Conciencia
Al concluir una conferencia en La Haya, Holanda, se me acercó un grupo de lectores. Querían que visitase la ciudad donde vivían ya que, según ellos, allí estabateniendo lugar una experiencia única en Europa. Estoy vacunado contra las “experiencias únicas en el mundo”, pero al mismo tiempo me encanta conversar con desconocidos. Así acepté una cita para el díasiguiente.
Los lectores, dos chicas y cuatro muchachos, me condujeron hasta la ciudad de Drachten. Salimos del coche, ellos tomaron una cerveza y yo un café. Me miraban sorprendidos pero yo noentendía qué pasaba. Al cabo de un rato, uno de ellos preguntó:
-¿No ha observado nada especial?
- Una ciudad pequeña, bonita, en un otoño que todavía parecía verano. Aparte de eso, igual a todaslas otras ciudades de este mundo que conozco.
- Usted me ha decepcionado, dijo una de las muchachas. Pensaba que Usted creía en las señales.
. Claro que creo en las señales
- ¿Y ha vistoalguna señal aquí?
- No.
- Pues de eso se trata! Drachten es una ciudad sin ningún tipo de señal.
Su novio continuó:
- ¡De tránsito!
De repente me dí cuenta de que tenía razón. Noexistía la famosa placa de “Stop”, las líneas de paso de peatones, las señales de cruce y de “ceda el paso”. ¡No había un sólo semáforo! Y para sorpresa ni siquiera existía división entre acera ycalzada. Y no es que hubiera poco movimiento. Camiones, coches, bicicletas, peatones, todo parecía pefectamente organizado en medio de la orfandad de señales. Nunca oí un insulto, frenadas o bocinasensordecedoras.
Camino del aeropuerto - viajaba esa noche a París - me contaron más sobre la experiencia que, admito, es realmente singular.
La idea nació de un ingeniero, Hans Mondermann, quetrabajaba para el gobierno holandés en los ‘70. Pensó que la única manera de reducir el reciente nú-mero de accidentes era darle al conductor la total responsabilidad de lo que hiciera.
Su primera...
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