concilio vaticano II
El Vaticano II para los jóvenes
Jorge Costadoat, SJ
He sabido que algunos jóvenes, cuando oyen hablar del “Concilio”, piensan que se trata de algo antiguo e, incluso, anticuado. Mi generación, en cambio, considera que al Vaticano II se debe la gran renovación de la Iglesia actual. ¿Qué renovación?, dirán los jóvenes. Tampoco yo podría explicarlo del todo, pues en ese entonces era muyniño. Solo he conocido esta Iglesia, que a unos parece vieja o incomprensible y que para mí necesita renovarse aún más.
Así las cosas me pregunto; ¿qué tengo yo en común con las nuevas generaciones como para explicarles que el Concilio Vaticano II ha impulsado cambios enormes en la Iglesia, y cambios que todavía tienen que darse? Me cuesta referirme a las generaciones más jóvenes. Tengo laimpresión de que vivimos en mundos distintos. Pero, si me detengo a pensar con más profundidad, si miro a mis sobrinos pequeños, cincuenta años menores, caigo en la cuenta de que tenemos en común al menos dos cosas; primero, tanto para ellos como para mí el amor es algo muy importante; segundo, a mí y a ellos nos gustan las papas fritas. Me perdonarán la comparación. Esta me anima a explicar que, agracias al Vaticano II podemos imaginar que la Iglesia, si se renueva, tiene un enorme porvenir.
El desafío de los tiempos
Cuando los obispos del Concilio (1962 a 1965) fijaron la mirada en el mundo de esa época descubrieron que el gran signo de los tiempos era los grandes y acelerados cambios históricos, derivados del desarrollo de la ciencia y de la técnica, de la expansión del capitalismo y delas luchas por los derechos sociales. También hoy las nuevas generaciones pueden constatar que estas transformaciones continúan siendo el gran signo de los tiempos. Los jóvenes lo experimentan con mayor serenidad. Están mejor preparados que los mayores para surfear las agitaciones de la vida. Tal vez no sienten la angustia de sus padres ante el futuro. Pero, aun así, pueden avizorar que lasextraordinarias posibilidades de la actual globalización tienen un reverso; el individualismo, la impersonalización, la provisionalidad de las relaciones humanas y el sentimiento de abandono correspondientes a una inseguridad en las comunidades de pertenencia.
El Vaticano II enfrentó una pregunta muy parecida a la que enfrentamos hoy todos, jóvenes y mayores; ¿cómo viviremos a futuro cambios tangrandes y acelerados? ¿Quiénes serán las principales víctimas de las transformaciones en curso y quién se hará cargo de ellas? ¿Qué reformas tienen que darse en la Iglesia para que ella efectivamente ofrezca orientación a los que buscan sentido a sus vidas y refugio a los que hayan sido excluidos?
Hace cincuenta años la Iglesia hizo un esfuerzo enorme por ajustar su realidad a laspreocupaciones de su tiempo. Quiso ponerse al día. Lo hizo, curiosamente, yendo hacia atrás. Volvió a las fuentes primeras, al Evangelio y a su propia historia. Así pudo distinguir lo esencial de lo transitorio, la gran Tradición de los tradicionalismos asfixiantes, para intentar luego nuevas respuestas, nuevas maneras de entender y organizarse ella misma de acuerdo a las necesidades que iban surgiendo. Estoque el Vaticano hizo tantos años atrás es lo que la Iglesia tendría que continuar haciendo hoy. En ello han insistido los últimos papas. El Concilio nos ha dejado tarea para rato. La tarea es la misma. Pero, además, son los mismos los aportes del Vaticano II para cincuenta años atrás y para los futuros cincuenta, cien o quinientos por venir. Señalo algunos.
Aportes del Concilio
a) Unaidea dominante fue que Dios quiere y puede la salvación de todos los seres humanos. Esto es fácil de entender para los jóvenes ya que tienen una noción más positiva de Dios y de las demás culturas y religiones. Para los católicos de principios de siglo XX, incluida la jerarquía de la Iglesia, no era tan fácil admitirlo. Entonces se pensaba que “fuera de la Iglesia no había salvación”. Algo así...
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