Concluía el primer acto de tristán e isolda . cansado de la agitaciónde ese día, me quedé en mi butaca, muy contento con la falta devecinos. volví la cabeza a la sala, y detuve en seguida los ojos en unpalco balcón.

Páginas: 9 (2103 palabras) Publicado: 17 de septiembre de 2012
Concluía el primer acto de _Tristán e Isolda_. Cansado de la agitaciónde ese día, me quedé en mi butaca, muy contento con la falta devecinos. Volví la cabeza a la sala, y detuve en seguida los ojos en unpalco balcón.Evidentemente, un matrimonio. El, un marido cualquiera, y tal vez porsu mercantil vulgaridad y la diferencia de año con su mujer, menos quecualquiera. Ella, joven, pálida, con una deesas profundas bellezasque más que en el rostro, aún bien hermoso, están en la perfectasolidaridad de mirada, boca, cuello, modo de entrecerrar los ojos.Era, sobre todo, una belleza para hombres, sin ser en lo más mínimoprovocativa; y esto es precisamente lo que no entenderán nuncalas mujeres.La miré largo rato a ojos descubiertos porque la veía muy bien, yporque cuando el hombre está así entensión de aspirar fijamente uncuerpo hermoso, no recurre al arbitrio femenino de los anteojos.Comenzó el segundo acto. Volví aún la cabeza al palco, y nuestrasmiradas se cruzaron. Yo, que había apreciado ya el encanto de aquellamirada vagando por uno y otro lado de la sala, viví en un segundo, alsentirla directamente apoyada en mí, el más adorable sueño de amor quehaya tenido nunca.Fué aquello muyrápido: los ojos huyeron, pero dos o tres veces, en milargo minuto de insistencia, tornaron fugazmente a mí.Fué asimismo, con la súbita dicha de haberme soñado un instante sumarido, el más rápido desencanto de un idilio. Sus ojos volvieron otravez, pero en ese instante sentí que mi vecino de la izquierda mirabahacia allá, y después de un momento de inmovilidad de ambas partes, sesaludaron.Así, pues, yono tenía el más remoto derecho a considerarme un hombrefeliz, y observé a mi compañero. Era un hombre de más de treinta ycinco años, barba rubia y ojos azules de mirada clara y un poco dura,que expresaba inequívoca voluntad.--Se conocen--me dije--y no poco.En efecto, después de la mitad del acto mi vecino, que no había vueltoa apartar los ojos de la escena, los fijó en el palco. Ella, la cabezaunpoco echada atrás, y en la penumbra, lo miraba también. Me pareciómás pálida aún. Se miraron fijamente, insistentemente, aislados delmundo en aquella recta paralela de alma a alma que los manteníainmóviles.Durante el tercero, mi vecino no volvió un instante la cabeza. Peroantes de concluir aquél salió por el pasillo opuesto. Miré al palco, yella también se había retirado.--Final de idilio--medije melancólicamente.El no volvió más y el palco quedó vacío. * * * * *--Sí, se repiten--sacudió amargamente la cabeza.--Todas lassituaciones dramáticas pueden repetirse, aún las más inverosímiles, yse repiten. Es menester vivir, y usted es muy muchacho... Y las de su_Tristán_ también, lo que no obsta para que haya allí el más sostenidoalarido de pasión que haya gritadoalma humana... Yo quiero tantocomo usted a esa obra, y acaso más... No me refiero, querrá creer, aldrama de _Tristán_, con las treinta y dos situaciones del dogma, fuerade las cuales todas son repeticiones. No; la escena que vuelve comouna pesadilla, los personajes que sufren la alucinación de una dichamuerta, es otra cosa... Usted asistió al preludio de una de esasrepeticiones... Sí, ya sé quese acuerda... No nos conocíamos conusted entonces... Y precisamente a usted debía de hablarle de esto!Pero juzga mal lo que vió y creyó un acto mío feliz... ¡Feliz!...Oigame. ¡El buque parte dentro de un momento, y esta vez no vuelvomás... Le cuento esto a usted, como si se lo pudiera escribir, pordos razones: Primero, porque usted tiene un parecido pasmoso con loque era yo entonces--en lo buenoúnicamente, por suerte.--Y segundo,porque usted, mi joven amigo, es perfectamente incapaz de pretenderla,después de lo que va a oir. Oigame:La conocí hace diez años, y durante los seis meses que fuí su novio,hice cuanto me fué posible para que fuera mía. La quería mucho, yella, inmensamente a mí. Por esto cedió un día, y desde ese instante,privado de tensión, mi amor se enfrió.Nuestro ambiente...
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