CONDICIONES DE DIALOGO
JUAN PABLO CAÑIZARES RAMOS
WILMAR PLATA
LICEO HUMANISTA DE AGUACHICA
AGUACHICA-CESAR
2014
8ª
CONDICIONES DE DIALOGO
Este trabajo es presentado con el fin de obtener un logro más en su asignatura y con profundizar un poco más el tema
JUAN PABLO CAÑIZARES RAMOS
LICEO HUMANISTA DE AGUACHICA
AGUACHICA-CESAR
2014
8ª
CONDICIONES DEDIALOGO
Para que se desarrolle un diálogo auténtico es preciso, a la vez, que, por una parte, los participantes hagan una firme, clara, sincera, defensa de la verdad que poseen y que, por otra, sin perjuicio de la firmeza en la defensa de la propia posición, se mantengan abiertos a la crítica de los demás. No hay diálogo auténtico si no tomamos en serio, defendemos y criticamos argumentativamentenuestras propias posiciones. El diálogo auténtico es intercambio de las “razones” que los interlocutores se ofrecen para avanzar juntos, como hemos dicho en textos anteriores, hacia la conjunta, común afirmación, de una verdad siempre mayor. Quien no toma en serio la defensa de la verdad que posee, quien no está movido por una firme voluntad de verdad sólo puede ser un participante fingido deldiálogo.
Así pues: son condiciones de posibilidad del diálogo auténtico: por una parte, la firmeza (no cerrazón inflexible) en la defensa de la propia posición y, por otra, la apertura crítica a las razones de los demás (no la irenista ligereza relativista). Y con éstas lo son los que a la vez constituyen componentes fundamentales de una sincera actitud de dialogancia: a) la conciencia clara delcarácter limitado, siempre superable, de mi captación intelectiva de la realidad; b) la veracidad en la exposición y defensa argumentativa de mi posición y c) la sincera disposición a enriquecer esa mi posición con los elementos de verdad que se me ofrecen desde otras posiciones.
Resulta así que la participación en el diálogo bajo las condiciones ineludibles señaladas requiere asimismo en losparticipantes, y les exige practicar, unas virtudes sin cuyo ejercicio no se pueden asegurar la efectiva autenticidad. De entre las virtudes que habrían de adornar al dialogante, algunas de ellas, en efecto, son tales que su carencia no sólo le impedirá ser un dialogante moralmente bueno y auténtico, y hará de él un falso dialogante sino que impedirá, en último término, que haya diálogo sin más. Ysiendo esto así, la consideración de las virtudes del auténtico dialogante o dialogador es sin duda parte ineludible de una teoría del diálogo mismo.
Las virtudes éticas y dianoéticas propias del auténtico dialogante se relacionan y refuerzan mutuamente. Se refuerza mutuamente la clara conciencia habitual de la propia limitación intelectual, conciencia que abre en humildad y ensancha la propiainteligencia en acuciante deseo de complementariedad, de más verdad. Con esta actitud se refuerzan el hábito dianoético de “escucha” de la realidad por voz del otro y la virtud moral de respeto al otro como persona, como congénere substancialmente igual, compañero de búsqueda de la verdad, capaz de aprehender aspectos de la realidad que se escapan a mi perspectiva, un portavoz también de la realidad.He de practicar la más limpia veracidad para exponer mi postura con plena fidelidad yexcluir radicalmente la mentira (la mentira no es sólo un mal moral, sino un obstáculo “físico” que hace imposible el diálogo) y he de practicar la justicia con que apartar de mi consideración los aspectos negativos de su personalidad ajenos a la búsqueda de la verdad. La virtud dianoética que me hace captar lafuerza del mejor argumento habrá de aliarse con la fortaleza para resistir a quien pretenda, por encima de éste, hacer valer el poder de su pura fuerza, así como la virtud de la templanza para renunciar a hacer valer mi propio poder extra-argumentativo incluso intelectual (habilidad sofística, p.e.), del que pueda sentirme y estar circunstancialmente investido… Otras muchas virtudes y dotes...
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