¿Cómo explicar el placer que la crueldad procura al hombre? En un mundo en que la violencia parece aumentar en todas sus formas, Erich Fromm trata esta inquietante cuestión con hondura y amplitud en la obra más original y trascendente de su brillante carrera. Va Fromm más allá de las trincheras de la actual controversia entre los instintivas como Lorenz, que declaran la destructividad del hombreherencia de sus antepasados animales, y los conductistas como Skinner, para quien no hay rasgos humanos innatos y todo se debe al condicionamiento social. Concediendo que hay un tipo de agresión que el hombre comparte con los animales, Fromm que es de índole defensiva, destinado a garantizar su supervivencia. Por otra parte, la agresión maligna o destructiva en que el hombre mata sin objetivobiológico ni social, es peculiarmente humana y no instintiva. Forma parte del carácter humano y es una de las pasiones, como el amor, la ambición y la codicia. Partiendo de esta posición teórica, Fromm estudia tanto las condiciones que provocan la agresión defensiva como las que son causa de la destructividad genuina. Apoyado en los descubrimientos más importantes de la neurofisiología, la prehistoria,la antropología y la psicología del animal, presenta un estudio global e histórico de la destructividad humana que permite a los lectores evaluar los datos por sí mismos. Aunque debe mucho a Freud, Fromm subraya asimismo los factores sociales y culturales. Ve la destructividad en los sueños y asociaciones de muchos pacientes y de figuras históricas como la de Stalin, ejemplo cabal de sadismo; lade Himmler, ejemplo del carácter sádico burocrático, y la de Hitler. El análisis que hace de este último, después de un estudio clínico detallado de la necrofilia en tanto que manifestación de la agresión maligna, presenta una comprensión analítica detallada del carácter de Hitler, en una forma magistralmente nueva de psicobiografía que es uno de los puntos culminantes de este excelente libro.Uno de los libros que más me han impactado es Anatomía de la Destructividad Humana, de Eric Fromm, el cual descubrí en el despacho de mi madre psicoanalista hace ya mucho tiempo y al que he vuelto (al libro, no al despacho) muchas veces. En este libro Fromm analiza la personalidad de grandes monstruos de la historia, en particular de Hitler y Stalin, pero sobre todo del Fuerer. Entre otrasinteresantes cosas, este célebre psicoanalista dice: “En un primer análisis yo veía fundamentalmente a Hitler como un sadomasoquista, es decir, como un hombre (tal como yo lo concibo) con una ilimitada pasión por el control y el poder sobre otros, pero al mismo tiempo dominado por la necesidad de someterse. Entretanto, he llegado sobre la base de estudios más profundos y perspectivas más afinadas aestablecer la presencia de otro factor, que me parece más importante en el caso de Hitler. Lo designo con el nombre de necrofilia. Este es propiamente un concepto que en general solo se aplica ahora a una perversión sexual, pero sigo el ejemplo del gran filósofo español, Unamuno, que en un discurso de 1936 en la Universidad de Salamanca dijo que la divisa falangista “Viva la muerte” es necrofílica. Esdecir, lo que yo entiendo por necrofilia en sentido no sexual y no físico, es la atracción por todo lo que está muerto, que no tiene vida, que se encamina al desmembramiento, a la destrucción de las conexiones vitales, la atracción de lo puramente mecánico por oposición al amor hacia lo vivo. Necrofilia significa el amor por lo que está muerto.” Y de ahí Fromm emprende un análisis interesantísimosobre la variante narcisista de quien está obsesionado con la muerte tomando a Adolfito como el gran ejemplo.
Hitler era un narcisista necrófilo cosa que, desde luego, demuestra a cada paso de su pavorosa carrera política. Tiene la obsesión de destruir y matar. A los judíos, a los gitanos, a los eslavos, a sus enemigos, a sus aliados y, quizá sobre todas las cosas, al propio pueblo alemán....
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