Conferencia de adela cortina
Ética de la empresa: una apuesta prudente y justa Conviene empezar una intervención pública aclarando el significado del título. La palabra "ética" procede etimológicamente del vocablo griego "êthos", que significa "carácter", de modo que la ética se relaciona con la forja del carácter. Las personas nos vamos forjando un carácter con las decisiones que vamos tomando a lo largo de nuestras vidas. Y dado que esto es inevitable, lo inteligente es tratar de forjarse un buen carácter, un carácter que nos haga justas y felices. Las organizaciones, de un modo análogo a las personas, también van adquiriendo con el tiempo un carácter. Y una de las limitaciones de nuestro tiempo es que, al quererlo todo "para ya", al vivir inmersos en el cortoplacismo, podemos olvidar la formación del carácter, que exige pensar y actuar para el medio y largo plazo, que es el tiempo humano. Por su parte, la palabra "moral" puede entenderse de diferentes maneras, pero una muy sugerente es la que propone José Ortega y Gasset. Según él, las gentes y yo añadiría también las organizaciones pueden estar altas de moral o desmoralizadas. La persona o la organización que se encuentra desmoralizada no se encuentra con ánimo para enfrentar los retos vitales con altura humana. En cambio la que está alta de moral, sea persona o sea organización, sí tiene la energía necesaria como para hacer frente a los retos vitales y resolver los problemas con gallardía. Y es importante que las empresas, en nuestro caso, estén altas de moral, porque entonces son proactivas, y no reactivas: se anticipan al futuro, creándolo, en vez de dejarse ganar por él y responder de forma reactiva. En este orden de cosa, en los años setenta del siglo XX surge la ética de la empresa con una triple peculiaridad al menos. En principio, escándalos como el Watergate recuerdan que ni la política ni la economía funcionan cuando falla la confianza de los ciudadanos en los políticos o en los empresarios. La confianza es un capital muy difícil de crear, muy fácil de dilapidar y muy difícil de reponer; por ello los casos de corrupción tienen un elevado costo en términos económicos, pero también en términos de capital social. Es necesario se pensó remoralizar a las empresas, dotarlas de un carácter transparente, comprometerlas con la sociedad. Y para ello lo importante sería, y ésta es la segunda peculiaridad, más que discutir sobre ideologías, recurrir a las buenas prácticas. Los seres humanos deberíamos ser capaces de elaborar códigos que recojan las buenas prácticas de nuestra profesión, de nuestra empresa o incluso de nuestro país. Hacer un código ético no significa escribir un documento, sino reunir poco a poco a los distintos stakeholders, a los distintos afectados de cada caso, y dialogar con ellos sobre los valores en los que creemos y sobre cómo pueden plasmarse en buenas prácticas, tanto en el caso de las empresas como en el de los pueblos. El principal problema en todos los países es el de la educación, y dentro de la educación, la educación en valores. Dentro de estos códigos hay un principio supremo que sirve de referencia en cualquier ética moderna: que toda persona es un fin en sí misma, es absolutamente valiosa y no puede ser tratada como un simple medio. La persona no puede ser 1
Resumen elaborado por Franchi Raúl Martínez Moreira
instrumentalizada, sino que tiene que ser empoderada. Por tanto, en el seno de la empresa el aumento de la competitividad, como imperativo de la empresa, debe conseguirse a ...
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