Conferencia presentada en la decimosegunda convención nacional de la amis

MÉXICO, D. F., 20 de Mayo de 2002.

Versión estenográfica de las palabras pronunciadas por Juan María Alponte, orador huésped durante la Décimo Segunda Convención Nacional de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros, efectuada en el salón Constelaciones del hotel Nikko de esta ciudad.
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Señoras y señores.

Siento una profundaconmoción y agradecimiento de estar con ustedes.

No quiero hablar de la palabra honor porque, según Montesquieu, hablan del honor los monárquicos, y de la igualdad los republicanos. Como tengo el infortunio de ser republicano, no hablaré del honor, sino de la igualdad.

Por lo tanto, desde ese punto de partida, me voy a permitir ofrecerles, como refugio y esperanza, una visión del mundo, unabel tans aun, una interpretación donde el hombre, el recurso humano por excelencia, el capital humano más singular que la imaginación humana ha creado, pueda proporcionarnos el júbilo de la reflexión.

Digo el júbilo de la reflexión, porque somos un país de gentes solemnes, y por eso es importante destruir la solemnidad con la posibilidad memorable de la risa y del mundo lúdico.

No hace muchotiempo, en la Universidad me decía una persona notable, que no sabía si mis clases eran un happening o un descubrimiento de la conciencia, y yo le dije que tenían de las dos cosas: happening y descubrimiento de la conciencia, porque mi única proposición de trabajo es encontrarme con el otro.

Les recuerdo a ustedes que el 11 de septiembre, que es una fecha histórica para el mundo de los seguros-no sé cuándo lo pagarán, pero tendrán que pagarlo- el 11 de septiembre ocurrió algo extraordinario, que es muy superior a la destrucción de las dos torres gemelas.

Ese día descubrimos que existía el otro, el otro llamado islám, el otro llamado mundo islámico, que representaba a mil 200 millones de personas, de las cuales no sabíamos una sola palabra, eran para nosotros el inexistente, elignorado, el otro.

Pero el otro somos todos nosotros, y el recorrido que pienso hacer ante ustedes, es el recorrido de la memoria, apasionante y esclarecedora, que nos devuelva la posibilidad de ser seres humanos.

Hace 150 mil años, con el hombre de Neandertal, ese hombre, ese esquema de hombre, ese hombre en busca del hombre, ese hombre en busca del ser humano, nada más que tenía consigo losmúsculos, las manos y la fuerza de sus brazos. Eso significaba alrededor de unas dos mil kilocalorías diarias, era el máximo de su esfuerzo.

En el año 10 mil antes del Cristos, traducción al griego de la palabra Masíam, o Mesías, en hebreo, hace 10 mil años, cuando el hombre creó el primer piso inteligente para convivir juntos, que es el piso del hombre sedentario, ese hombre sedentario llegó ya alas cuatro o cinco mil kilocalorías con su esfuerzo, añadía a sus brazos la emocionante constelación, la galaxia vibrante y maravillosa que es la inteligencia.

En 1870, 120 años de la Revolución Industrial, quiero decirles a ustedes que la Revolución Industrial, nadie se engañe, llegó después de la revolución parlamentaria. Primero se hizo la revolución política, y después llegaron los acarreosdel trabajo organizado, que llamamos la Revolución Industrial. Pero antes estuvo el hombre dispuesto a cambiar los procedimientos jurídico políticos que hacen posible la convivencia.

Pues en 1870 el hombre llegó a unas 70 mil kilocalorías, y el valor agregado del recurso humano comenzaba a ser escencial.

En los años 70 de nuestro siglo, en la revolución tecnológica, pasó el hombre a disponerya de alrededor de 200 kilocalorías, 230 mil kilocalorías diarias.

Un salto de la especie, un salto universal que, sin duda, indisociable del valor del espíritu, del valor de la inteligencia, del valor de la educación y la promoción.

En esos momentos, el índice de un niño, el pulgar o el índice de un niño, puede movilizar millones de kilocalorías. Se trata de un cambio extraordinario,...