Confesiones de una puta xara resumen
En 'Confesiones de una puta cara', el periodista Francisco Celis devela una triste realidad social. Intermedio Editories y eltiempo.com los invitan a leer la intruducción y algunos fragmentos.
El mundo de las 'prepago'
En 'Confesiones de una pu/ta cara', el periodista Francisco Celis devela una triste realidad social. Intermedio Editories y ---- losinvitan a leer la intruducción y algunos fragmentos. Buscando un personaje en busca de autor Hoy el lector puede hallar tres clases de libros sobre erotismo en las librerías: los clásicos que, a la manera del Marqués de Sade, cuentan las crudas aventuras amatorias de los personajes; los puramente teóricos que analizan lo erótico y la sexualidad desde la reflexión y la ciencia, y un género que noes nuevo: los que se presentan con tono de diario o de confesiones de mujeres que cuentan su vida, enmarcada en unos encuentros con sus amantes, de tono intelectualoide y pseudofilosófico.
A todos los encuentro tediosos. A los primeros, por su descriptiva intención, ya fuera de época, de escandalizar mojigatos; a los segundos porque se trata de libros informativos, útiles en términos deconsulta pero no de lectura, y a los últimos porque el asunto en sí aparece disfrazado de unas melancólicas reflexiones desde la mujer, frente al género masculino, que, dichas casi 100 años después de Un cuarto propio, de Virginia Wolf, resultan extemporáneas y carentes de originalidad.
El testimonio de Paula O., protagonista de Confesiones de una pu/ta cara, rompe todos estos esquemas.
Se tratade la voz de una mujer que encarna el contexto colombiano de narcotráfico, paramilitarismo y corrupción política y cómo esta combinación ha gestado, como subproducto social, esta forma de prostitución bautizada como "las prepago".
Su narración seduce por su vitalidad y porque no pretende ser oída como una escritora. En su llaneza y autenticidad, sin embargo, revela de manera estremecedora unafaceta del ser-mujer-del-común en países no desarrollados.
Hablé con Paula O. por primera vez en abril del 2006 en su apartamento alquilado, que sorprendía por su austeridad, en un exclusivo barrio del norte de Bogotá.
Hermosa, de 37 años, 1,67 de estatura y busto de silicona, marcado acento paisa, quiso saber para qué pretendía entrevistarla.
-¿Sí seré yo el tipo de personaje que andabuscando? ¿interrogó.
Durante una conversación telefónica preliminar no me había atrevido a planteárselo directamente, pues quien nos puso en contacto, mi prima Jenny, me advirtió que no tenía la certeza absoluta de si ella era lo que en Colombia llamamos "prepago". Era solo una sospecha. "Yo creo que ella es así", me confió.
¿Cómo se le pregunta a una mujer que se acaba de conocer si es pu/ta?Y adónde se apunta la mirada después de semejante interrogante.
Si bien la condición del periodista conlleva un fuero, en alguna medida, semejante al del médico y al del confesor, que permite la intromisión directa en la vida de personas que no conocemos, llevaba una semana preparándome para este momento y aún no tenía la fórmula verbal apropiada.
Para distraer por unos minutos la atencióndel asunto, después de un breve saludo, le pregunté si tenía un café, para empezar. Caminé por la sala de su casa unos segundos, detallando los muebles y las pocas cosas que estaban a la vista; saludé a su perro tuerto, recogido de la calle, en busca de socorro, y luego fuimos a la cocina a calentar agua para el café en el horno microondas.
¿Tú... ¿un segundo, dos segundos, tres segundos: ya.Me había lanzado irremediablemente al agua¿ ...¿cobras por tirar*?
Serena, con naturalidad, como si le hubiera preguntado sobre el jacquard del sofá o el diseño de las cortinas, Paula replicó:
-Pues cobrar, lo que se dice cobrar, no.
Oí un tanto aliviado su respuesta. Era la señal que estaba esperando. Pero, a la vez, fue un nuevo y ambiguo punto de partida hacia mis dubitaciones. Más...
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