Consejos comunales
Perón, al saludar a los miembros del Congreso, estableció prístinamente los límites de la conferencia que iba a pronunciar: “No tendría jamás — dijo — la pretensión de hacer filosofía pura frente a los maestros del mundo en tal disciplina científica...”; “He querido ofrecer (...) una idea sintética de base filosófica, sobre lo que representa sociológicamente nuestratercera posición”. “El movimiento nacional argentino — agregó — , que llamamos justicialismo en su concepción integral, tiene una doctrina nacional que encarna los grandes principios teóricos que os hablaré enseguida y constituye a la vez la escala de realizaciones, hoy ya felizmente cumplidas en la comunidad argentina”.[20]
De esta forma, y claramente, quedaba expuesto el alcance de la disertación;el intento de presentar a esa pieza como una original summa filosófica, a la sazón una nueva “República” que compendiaba todas las verdades de la magna ciencia, no fue producto de la “baba” de los obsecuentes — de esos, en los que el peronismo ha sido tan pródigo — pero totalmente ajenos a los objetivos del conductor.
“ La Comunidad Organizada ” no es una nueva manera de discurrir acerca de larealidad; no presenta reflexiones novedosas, no pretende emular ningún sistema de pensamiento, no reclama originalidad ninguna.
“ La Comunidad Organizada ” es, ni más ni menos, que la enumeración taxativa — enunciada, a veces, con citas farragosas de factura filosófica variopinta — de principios vitales, esenciales, recogidos de la sabiduría varias veces secular de raíz greco-romana-hispana,que propone las propias fuentes, las propias connotaciones y las propias conclusiones de una manera de ser argentinos.
Su importancia radica allí: en la trabazón entre el núcleo doctrinal y las realizaciones — en plena marcha al momento de su enunciación — derivadas de él. Y trasciende de ser un mero discurso de circunstancias, cuando informa las transformaciones profundas que el justicialismo, enlo espiritual y lo material, ha traído a la Patria[21], y en la que descuella — nuevamente lo señalamos — el monumento político-jurídico de la Constitución de 1949.
Juan Domingo Perón es el genio político que deja en la historia del siglo XX — “para bien o para mal...”, argüirán algunos, y es cierto — la impronta indeleble de su paso.
A él le cabe la caracterización del político: “Como elartista, el político pretende realizar un orden, y ésta es su justificación intelectual, así como su justificación moral reside en el anhelo de justicia que vivifica aquel concepto. El político nato piensa: orden, y siente: justicia. Lo cual no significa contradicción, sino complemento necesario, puesto que el orden es justo y la injusticia desordenada”.[22]
Estas dos — orden y justicia — son lasnotas fundantes de la revolución justicialista; orden y justicia se entienden rectamente y cobran cabal y genuina significación a la luz del humanismo político del justicialismo, “que afirma a la Nación como un destino que se clarifica y al Estado como una conciencia histórica que permite la articulación entre la patria eterna y el quehacer político impostergable y cotidiano”[23].
La vigenciahistórica de la Comunidad Organizada
“La humanidad está viviendo días tremendos: un frío materialismo quiere burlarse de la ternura, una hostil solemnidad quiere alejar a los hombres de la humana sencillez que hace cordiales y sensibles a los corazones... Mezquinas ambiciones han hecho olvidar el encanto inefable de las pequeñas cosas humildes que nos rodean... Y el hombre, que tenía amor, se haconvertido en el hombre indiferente; y el hombre, que creaba, se ha transformado en el hombre que destruye...”
El aserto de Eva Perón — de estremecedora síntesis — caracteriza la difícil coyuntura del mundo actual.
“Días tremendos” éstos, en los que la “globalización”, la “era tecnotrónica”[24] — fruto inevitable de la ética del lucro reinante — despliega un apocalipsis funesto sobre la cabeza...
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