Consejos para lectores
1. Gozar de buena salud visual.
2. Tener una voz clara, limpia y fuerte.
3. No tener pánico de pararse en público, ni padecer nerviosismo ante las multitudes.
4. Saber usar apropiadamente el micrófono para evitar acercarlo demasiado o tenerlo muy
lejos.
5. Saber leer muy bien, observando todas las reglas de una correcta lectura, respetando los
signos ortográficos y de puntuación, y dando la idónea pronunciación y acentuación a las
palabras[1].
6. Tener hábito de lectura diario en su casa, lo cual les dará un cierta habilidad a la hora de leer
y evitar así una lectura muy lenta o muy rápida.
7. Además de saber leer muy bien, debe saber proclamar, ya que no es lo mismo una lectura de un libro histórico a una de un libro poético o epistolar.
8. Debe pararse en el Ambón con dignidad, los pies juntos, las piernas firmes, sus manos juntas o tocando ligeramente el Ambón y se dirigirá con su mirada sólamente dos veces a la
Asamblea: al principio cuando dice el libro del cual está tomada la lectura y al final cuando dice
Palabra de Dios.
9. Si se equivoca no dirá nunca «perdón», sólo retomará la frase en que se haya equivocado y
rectificará con mucha discresión sin hacer ningún tipo de gesto.
10. Vestir adecuadamente, evitando ropa demasiado casual, deportiva, rota, demasiado ajustada, con propaganda o publicidad.
11. Tener un misal mensual para repasar en su casa la lectura que les toca.
12. Comprender en primer lugar ellos mismos el mensaje de la Palabra de Dios.
13. Subrayar las palabras que consideren raras o de difícil pronunciación, o no conozcan su
significado. Las buscarán en un diccionario común o teológico, o preguntarán al sacerdote
antes de la misa.
14. Conocer el Leccionario en sus tres tomos y las partes que tiene cada Leccionario.
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