Constant Benjamin Adolfo
ADOLFO
BENJAMIN CONSTANT
TRADUCCIÓN DE MANUEL ABRIL
Editado por
elaleph.com
1999 – Copyright www.elaleph.com
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PREFACIO A LA TERCERA EDICIÓN
He consentido, después de algunas dudas, la reimpresión de esta
obrita. Si no hubiese sabido con certeza que intentaban publicar, en
Bélgica, una falsaedición, llena, como la mayoría de las que prodigan
por Alemania e introducen en Francia los falsificadores belgas, de
ediciones y de interpolaciones, por completo ajenas a mí, no me habría ocupado nunca de esta anécdota, escrita sin más propósito que el
de convencer a dos o tres amigos, reunidos en el campo, de que podía
darse algún interés a una novela que tuviese sólo dos personajes, y
cuyasituación fuera siempre la misma.
Una vez puesto a este trabajo quise desarrollar algunas otras
ideas que se me ocurrieron y que me parecieron no carentes de utilidad. He querido pintar el dolor que cualquier corazón siente, por árido
que sea, cuando hace sufrir a otra persona; he querido pintar esa ofuscación que nos lleva a creernos más ligeros o más corrompidos de lo
que somos en realidad. Visto desdelejos, el dolor que podemos imponer nos parece vago y confuso, nube fácil de atravesar, nos envalentona, con su aprobación, una sociedad, toda artificio, que suple los
principios con reglas, las emociones con las conveniencias, que aborrece el escándalo por importuno y no por inmoral, toda vez que acoge
el vicio con sobrada condescendencia cuando no viene acompañado
del escándalo, llegamos apensar que los lazos formados sin reflexión
se romperán sin pena. Pero cuando se ve la angustia que resulta de
esos lazos rotos, cuando vemos la sorpresa dolorosa del ser a quien
hemos engañado; cuando vemos que su alma, que un momento antes
se nos confiaba por entero, se ve forzada, después, a desconfiar de
quien ella suponía distinto de todos en el mundo, y acaba teniendo que
desconfiar del mundoentero, sin saber a quién dirigir la estimación
que ha tenido que volver hacia sí misma, entonces sentimos que hay
algo sagrado en el corazón que sufre porque ama, descubrimos que
tiene hondas raíces en nosotros el amor que nos figurábamos inspirar
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sin compartirle, y, si conseguimos sobreponernos a lo que se da en
llamar debilidad,lo hacemos destruyendo, destrozando, sacrificando
lo que hay en nosotros de generoso, de fiel, de mejor y más noble. Esta
victoria, festejada por los indiferentes y amigos, se gana a costa de
malherir la parte mejor del alma propia, de traicionar la simpatía, de
abusar de la debilidad, de ultrajar a la moral, tomándola como pretexto para ser más crueles, sobrevivimos al desastre de nuestro buennatural, quedando pervertidos o avergonzados por el éxito triste.
Tal ha sido el cuadro que he querido trazar en Adolfo. Si lo he
conseguido, no lo sé; lo único que me hace confiar en que hay en él
algún mérito, de verdad, por lo menos, es que casi todos los lectores
que he encontrado dicen haberse visto en la situación de mi héroe.
Verdad que dejan traslucir, en medio de su arrepentimiento por losdolores causados, cierta fatuidad satisfecha, en el fondo les halaga
haberse visto como Adolfo, perseguidos por un afecto tenaz y víctimas
del amor inmenso que habían inspirado; me inclino a suponer que la
mayor parte de ellos se calumnian y que si su vanidad los dejara tranquilos, su conciencia podría quedarse muy tranquila.
Sea lo que quiera, todo lo que se refiere a Adolfo me es hoy por
completoindiferente, no concedo el menor valor a esta novela, y repito que mi única intención al permitir su reimpresión ante un público
que probablemente la ha olvidado, si es que, por ventura, la llegó a
conocer algún día, se debe simplemente al deseo de declarar que toda
edición que contenga alguna cosa no contenida en ésta no procederá
de mí y no seré yo el responsable de ella.
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