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LA FAMILIA ROBLES ROMERO
Fernando Robles Romero
Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres. Pitágoras
Sólo las personas que han recibido educación sonlibres. Epitecto
La educación es para el espíritu lo que la gracia para el alma. Adagio francés
A las flores se les pide su perfume, a los hombres, su educación. Expresión Indostana
Al anotar algunos recuerdos de mi niñez y primera juventud, me remito a tiempos que ya se fueron, a costumbres pueblerinas que han desaparecido pero que entonces eran, indudablemente, valores de vidadel todo importantes.
Desde nuestros hogares se nos enseñó, no sólo a respetar a nuestros padres y maestros, sino también a todas las personas mayores, hombres y mujeres, sin importar posición social o económica. Se hacía énfasis en el respeto a uno mismo ya que, nos decían, quien nos se respeta a sí mismo será el escarnio de todos.
Que los tiempos han cambiado, esto es innegable,pero yo me pregunto: ¿en dónde quedó la educación que recibimos? Desde niños aprendimos a asearnos, a comportarnos bien en la mesa al estar tomando nuestros alimentos, a guardar reglas de conducta, urbanidad, moral y civismo, con orden y naturalidad. ¿Les hemos enseñado esto a nuestros hijos? Podemos decir que algo de aquellos principios sigue vigente, pero los tiempos, a partir de la segunda mitaddel siglo XX, han precipitado la crisis de valores y han hecho que las antiguas normas se modifiquen tanto que en las mismas familias se aceptan los cambios, cambios que, desde luego, han traído innovaciones positivas, pero en muchos casos, han resultado francamente dolorosas.
El hecho de escribir estos recuerdos es tan sólo con el fin de dar a conocer las costumbres y modo de ser que sevivía en el pueblo de Mezquitic, Jalisco, a través de mi familia, costumbres que como digo, han desaparecido y seguramente nunca más volverán.
Mis recuerdos de la Cristiada
En la niñez hay hechos que se fijan para siempre, sobretodo aquellos que nos hicieron cimbrar, que nos produjeron un gozo intenso o nos llenaron de miedo.
Aquel viernes 27 de noviembre de 1927, yo estaba porcumplir los cuatro años de edad. El movimiento cristero tenía más de un año de haberse iniciado en la región norte del estado de Jalisco. Serían las ocho de la mañana cuando llegó mi padre a la casa y nos dijo, a mi mamá y a mí: “Vamos recogiendo las cobijas y la ropa para llevarlas a la casa de mi papá”. Yo era mayor que Enrique Amador, los dos hermanos que estábamos con mis papás, ya que a mishermanos mayores, Lauro y Concha, los habían mandado con mi abuelo Manuel Robles que se había ido ya a la ciudad de Zacatecas. La casa de mi abuelo estaba por la misma calle Morelos en la que nosotros vivíamos, pero más cerca de la plaza. A la altura de la casa de mis padres se había hecho un fortín con adobes, tapando la calle, con sólo una pequeña abertura para que pasara la gente. También en el...
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