contabilidad
Volver a Empezar
Pequeños Pecados,
edición digital
II
© Clara Voghan, 2007
Todos los derechos reservados.
Exp. 551460
Edición digital de CCM
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CAPÍTULO VI
Si por algún sitio corría aquellaautopista maravillosa,
llena de camiones dispuestos a pasarle a una por encima,
era evidente que se ubicaba muy lejos de cualquier cama en
la que estuviera acostada Carolina.
La muchacha estaba confundida. Aquel hombre que
dormía desnudo a su lado, no sólo era fuerte y hermoso.
Era, estaba segura, el amor de su vida. Y sin embargo...
Quizás el placer divino que relataba Victoria estaba sóloreservado para unas pocas. Mujeres perfectas, como su
amiga, hermosas y de piernas flacas.
No se sentía decepcionada. Todo lo contrario. Una sola
de las caricias que él le había regalado aquella noche bien
valía todo el dolor y la angustia de su vida pasada.
Pero...
Aquel breve cielo sólo la enfrentaba a la angustia de
perderlo. Antes no había conocido la felicidad, y ahora que
dormíaplácidamente a su lado, quería asirse a ella con la
misma intensidad con la que, estaba segura, no tenía ningún
derecho a hacerlo.
CLARA VOGHAN | 267
Muchas veces había escuchado protestar a Nicolás,
diciendo que Agustina no era su novia. ¿Qué podía
esperarle entonces? ¿Quién era ella en la vida de aquel
hombre que amaba tan profundamente?
Nadie.
Victoria le había advertido acerca delos peligros de
entregarse sin imponer condiciones: un abismo en el cual
ahora estaba a punto de caer.
Pero tenerlo así, dormido y desnudo a su lado, hermoso
y satisfecho; haberlo sentido adentro suyo por un mágico
instante; toda esa gloria, toda esa dicha, era un paraíso tan
grande, que bien valía ahora este nuevo infierno al que se
asomaba.
Y como si fuera una nueva Eva luego de probar lamanzana, conciente de su pecado y su desnudez, y antes de
sufrir el dolor de que otro se lo pidiera, Carolina decidió
salir de aquella cama en la que había sido eternamente
feliz, para volver a la realidad de su cuarto de servicio, su
andar solitario, y la fugacidad de una vida que cada día se
escapaba de sus manos más y más rápido.
*
*
*
Nicolás se revolvió en la cama, todavíadormido, y
extendió su brazo buscando a la mujer que acababa de
poseer.
¿Dónde se había metido?
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Saciado por el placer, y luego de haber pasado la noche
anterior en vela, no había tardado ni un minuto en dormirse
en brazos de su amante. Y ahora se despertaba solo...
¡Maldición!
Carolina era, en la cama, como en la vida: perfecta, pero
invisible. Fácilmente sehabía acoplado a todos sus deseos,
respondiendo obediente aún a lo que él no se atrevía a
pedirle. Se había mecido a su compás... Pero de ella, de su
gracia, del encanto y la intensidad de su sonrisa, de la
picardía de sus juegos, de eso no había habido nada. Sólo
esa entrega silenciosa, esa docilidad muda que él siempre
había ponderado en una amante, pero que ahora, tratándose
de la mujer queamaba, ya no le era suficiente. Quería más,
mucho más. Quería verla estremecerse entre sus brazos.
Quería sentir su pasión.
Desde el principio la había notado tensa. Demasiado
preocupada, tratando de disimular los que ella creía que
eran sus defectos. Por eso había accedido a apagar la luz
del cuarto. Porque había pensado, inocentemente, que
hacerlo le quitaría presión... Pero no. Eraevidente que el
empeño que ella tenía en ocultar su cuerpo era sólo una
pantalla para una inseguridad mucho más profunda y
dolorosa.
Le había hecho el amor a una mujer perfecta. Ahora,
además, quería amar a Carolina.
Necesitaba hacerlo.
CLARA VOGHAN | 269
¿Pero cómo encontrar a la mujer real que se escondía
con tanto ahínco tras aquellas hermosas piernas gordas?
¿Cómo hacerla feliz?...
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