contador
El valor de la filosofía no puede depender de un supuesto cuerpo de conocimientos seguros y precisos que puedan adquirir los que la estudian.
De hecho, el valor dela filosofía debe ser buscado en una larga medida en su real incertidumbre. El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía, va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común,de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón.
Desde el momento en queempezamos a filosofar, hallamos, por el contrario, como hemos visto en nuestros primeros capítulos, que aun los objetos más ordinarios conducen a problemas a los cuales sólo podemos dar respuestas muyincompletas.
La filosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la verdadera respuesta a las dudas que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían nuestros pensamientos y nosliberan de la tiranía de la costumbre.
La filosofía tiene un valor –tal vez su máximo valor– por la grandeza de los objetos que contempla, y la liberación de los intereses mezquinos y personales queresultan de aquella contemplación. La vida del hombre instintivo se halla encerrada en el círculo de sus intereses privados: la familia y los amigos pueden incluirse en ella, pero el resto del mundono entra en consideración.
En comparación con ella, la vida del filósofo es serena y libre. El mundo privado, de los intereses instintivos, es pequeño en medio de un mundo grande y poderoso quedebe, tarde o temprano, arruinar nuestro mundo peculiar.
Este género de vida no conoce la paz, sino una constante guerra entre la insistencia del deseo y la importancia del querer. Si nuestra vida ha deser grande y libre, debemos escapar, de uno u otro modo, a esta prisión y a esta guerra.
Un modo de escapar a ello es la contemplación filosófica cuando es pura, no intenta probar que el resto...
Regístrate para leer el documento completo.