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Manuel Valencia / Editor Ciudad Crónica
A lado y lado, como si fueran tribunas, se acumulan las personas como esperando algún acontecimiento. Se escuchan rumores silenciosos, de vez en cuando una tonada de alguna guitarra mal afinada y un entusiasta que canta. El resto son meditaciones comunes en voz baja. Todas las voces juntas parecen un eco que llama, ya no tan silencioso en su unidad.
Porel medio pasa una figura de lo que parece ser una mujer. No se puede estar seguro. Tiene el pelo largo y una cara cuya expresión habla poco; grandes ojos negros bien delineados en la parte de arriba por pestañas bonitas perfectamente encrespadas, las cejas, en contraste, son feas, demasiado delgadas para unos ojos tan bonitos. Los labios son finos, interesantes. No necesita maquillaje, lo sabe.Va a paso lento, el pelo, negro azabache, un poco grueso, está recostado sobre el hombro izquierdo y los ojos mirando la nada. Sus piernas son cortas y gruesas, muy a la latina, caderas anchas y senos protuberantes, es llamativa. Lleva puesta una falda de cuadros azules, un tono opaco que combina con una suerte de medias negras que le suben más allá de los límites, al parecer, de las nalgas. Noestá demasiado arreglada.
Los observadores, cada uno a su modo, inventan una historia. El de la banca de madera larga mira a su acompañante y abre los ojos como queriendo exaltar algo en la nueva aparición; la acompañante lo mira con desdén y de inmediato se advierte que la historia que se teje en su cabeza no tiene nada que ver con sensualidad, se construye un relato rojizo que huele al pavimentomojado de la Ciudad, habrá pensado que la figura era de una prostituta o una mujer de hábitos apocalípticos.
El acontecimiento que esperaban en las tribunas virtuales de esa parte de la ciudad se dio, y las voces del eco no tuvieron que ponerse de acuerdo para hablar todas al tiempo de lo mismo: el relato móvil de la figura que rompió con la espera. Se trata de un acontecimiento temporal de fácilolvido; es una o un transeúnte, un flâneur, un sujeto anónimo al cual están ligados los observadores de la urbe, un fantasma visible sin historia, sin familia, sólo es presente; el pasado y el futuro es una revelación creativa del que quiera leer el contexto.

El escenario para el performance de la figura y de otros tantos pequeños acontecimientos, es el bulevar de Carlos E. Restrepo. Suparticularidad, en el asunto de los pasantes, se remite a una serie de rupturas y  transgresiones de lo cotidiano. Se trata de un lugar en el que la estabilidad de la mirada cambia para dar paso a la imaginación, a la invención de una otredad inestable.
Su uso en las antiguas construcciones francesas, país de donde proviene el término, era circundar las ciudades reemplazando las defensas. Sin embargo, latransformación del asunto urbano desplazó su función hacia campos variables; algunos bulevares en el mundo son grandes calles por donde transitan vehículos  que tienen, en el medio, un pasaje para los ciudadanos de a pie; otros, como el de Carlos E. Restrepo, son espacios por donde sólo transitan personas y se encuentran algunos locales comerciales.
Cinco años después, ya con múltiples avancesen el plan de renovación, el bulevar era una calle dispuesta para el tránsito de vehículos con algunos árboles a lado y lado. En 1978 se fundó el Museo de Arte Moderno de Medellín y en 1980 comenzaron las labores que todavía hoy, ya a menor escala, adornan y dan vida a las dinámicas del lugar. La aparición de establecimientos comerciales como La Comedia, un café detrás del Museo, y algunasmisceláneas, fueron configurando, poco a poco, la naturaleza del bulevar.
Es posible oler, allí, en ese espacio público, el soplo leve que se desprende del suelo y que despierta en el olfato el sentido de la metrópoli. Es el sudor del camino por donde todos los días se pasa y se habita, se discute y se calla, se mira y se aprecia, es el olor del latido urbano y el mismo de la influencia bohemia en el...