Contigo Hasta En Los Sue Os

Era una tarde primaveral. El sol, brillaba más que nunca, y las nubes parecían como si jugaran en el cielo. Franco, un muchacho alto, cabellos castaños, ojos color miel y piel blanca, caminaba porun sendero del parque que daba la sensación que era infinito.
Caminaba y caminaba. La gente, hubiese pensado que estaba loco. Digo, loco, porque estaba solo, casi en su propio mundo, sin hacersociales con alguna persona. Obviamente, todas esas personas se equivocaban. Él, siguió caminando.
Caminó no más de 30 metros, cuando la vio. La vio a ella. Una chica de estatura mediana, ojos color azulescomo el mar y una cabellera rubia, llamada Alelí. Franco, al verla, largó la sonrisa más grande de su vida. Sinceramente, la amaba. La amaba como nunca amó a una muchacha. La amaba por su belleza, porsus sentimientos, por su personalidad. Amaba cada defecto y virtud de ella.
Alelí, estaba sentada en un viejo banco que no le faltaba mucho para caer a pedazos. Se dice que ese banco estuvo por muchosaños, décadas quizás, instalado ahí. Cada habitante de la ciudad, sabía lo importante que era esa cosa de madera.
Cuando Franco estuvo muy cerca de ella, se sentó y la abrazó. Fue un abrazo, de esosabrazos que te llenan el alma. De esos abrazos que si estás deprimido, reúnen todos tus sentimientos en uno solo: la felicidad.
Permanecieron sentados un largo rato. Mirando las nubes yencontrándoles formas (como cuando eran unos pequeños niños), observando la gente caminar, deduciendo cada detalle de aquel paisaje que los rodeaba. Se levantaron los dos al mismo tiempo.
Decidieron dar un paseopor ese parque. Ninguno de esos jóvenes, dijo una palabra. Muchos dicen que el silencio es la mejor comunicación. En ese momento, sí que lo era. Cada uno de los chicos, se pensaban mutuamente. Alelí,pensaba en lo increíble que era que tan sólo una persona, te haga sentir una alegría inmensa. Franco, se imaginaba un futuro con ella. Una casa grande, hijos, trabajos excelentes y una familia con...