contrareforma
Arsinoé Orihuela Ochoa / viernes, abril 12, 2013
La avasalladora campaña propagandística que envuelve al accidentado proceso dela reforma educativa urge a recordar la modesta, aunque crucial, demanda del M-132: el derecho a la información. En otra oportunidad, allá por el amanecer de la insurrección ciudadana, barajeamos unadefinición del movimiento, que conviene recuperar: conglomerado sin límites precisados; mosaico de posicionamientos políticos e ideológicos que convergen en la defensa de un principio universal: elderecho a la información. Nótese que el movimiento no se enfrasca en la reivindicación de la libertad de expresión, que en esta era de intensiva solicitud de subjetividades resulta una redundancia. ElM-132 reclama, más bien, la facultad ciudadana de acceder a la información necesaria para formar una opinión o postular un posicionamiento público-político, reconociendo la categórica influencia de la“mainstream”, la desnaturalización de la información que con voluntarioso frenesí cultiva la prensa tradicional, acertadamente bautizada como el cuarto poder. La reforma educativa en curso, atrapada enuna discusión que no es discusión, en un diálogo que no es diálogo, invita a traducir este reclamo en praxis. ¡Peña el que se raje!
Pero, como bien sugiriera Jack “el destripador”: vamos por partes.Antecedentes
La reforma constitucional en materia educativa era uno de los puntos programáticos urgentes de aquel caricaturesco pacto por México, suscrito por las distintas fuerzas partidarias, sinel aval de ninguna fuerza social, salvo la fuerza que les prescribe su no tan santa progenitora. Presentada por el exegeta de ciertos pasajes de la biblia, Enrique Peña Nieto (también asiduo lector deEnrique Fuentes o Carlos Krauze o Krauze Águila o Fuentes de la Silla), la reforma por la calidad de la educación (¡sic!) alcanzó rango constitucional el pasado 7 de febrero de 2013, tras la...
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