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FEMINISMO:
LA HUELLA DE HIERRO DE UN CONCEPTO
Susana Simancas
Las imágenes sociales y los estereotipos que los constituyen, son un arma poderosa de control social y de organización de los sexos.
Con el repaso histórico desarrollado en la primera parte de este trabajo, seha evidenciado que junto a las limitaciones económicas, políticas y laborales que se han impuesto a las mujeres, se ha ejercido la violencia simbólica a través de dichas imágenes marcando su carácter y su identidad. Estas marcas se convierten en estigmas: las propias mujeres interiorizamos la desvalorización que el sistema patriarcal nos ha asignado. Esta asimilación tiene como consecuencia nodesarrollar nuestra capacidad de ser libres y de participar activamente en el sistema político y social al que pertenecemos.
Pero como la socialización no es un mecanismo de troquelado perfecto, a lo largo de esos mismos siglos han surgido las voces disidentes que han cuestionado la inmutabilidad de esta construcción de la realidad. Estas voces disidentes son las feministas, que se hanorganizado desde el siglo XIX consiguiendo logros que poco a poco forman parte de las sociedades en las que vivimos, aunque no sean ni reconocidas ni valoradas. Al poner en evidencia que, tanto las limitaciones como los estigmas patriarcales tenidos como naturales, son un constructo de un sistema de dominación, se comienza a pensar en nuevas formas de vida para hombres y para mujeres.
Mi interés en elestudio de la imagen del feminismo y las feministas en la sociedad actual, parte del desajuste entre mi propia gratitud hacia la lucha de estas mujeres y el desconocimiento y tergiversación general del mensaje y los logros feministas.
Así también este análisis se convierte en un termómetro para evaluar la interiorización de los estereotipos femeninos por parte de las mujeres. Explicaré quequiero decir con esto.
La imagen negativa del feminismo y de las feministas, como también se ha podido constatar en la descripción histórica de las imágenes de las mujeres, es algo que aparece desde que el feminismo ve la luz. El principal temor de los hombres ha sido precisamente que se altere el orden (de privilegios) establecido y que las mujeres dominen el mundo. En este sentido, traigo acolación una conversación reciente con un catedrático de medicina, que con estupor me comentaba cómo las mujeres estaban “invadiendo” la facultad de medicina con la consiguiente “amenaza” de entrar en los puestos de poder; ante lo cual, él también iba a empezar a exigir la cuota de discriminación positiva para los hombres. Más estupefacta quedé yo ante tal comentario, ante su ignorancia encuestiones que los estudios feministas tienen más que elaborados: ¿cuantas de esas mujeres llegarán a ocupar puestos de poder?, y en el caso de ocuparlos, ¿cuántas alterarán el sistema establecido?. No sin cierta sorna, le sugerí que se echara a temblar sólo cuando viera ejércitos de amazonas hembristas gobernando el planeta. Por supuesto, también hube de explicarle que era eso de hembrista.
Pero loque tiene más interés para mi es la etiqueta que ha marcado y sigue marcando a las feministas, que es la de representar la anti-feminidad. Desde el siglo XIX, el discurso que el patriarcado ha mantenido ha sido que si las mujeres reclamaban sus derechos, participaban en la esfera pública –esfera que han acaparado los hombres- y tenían una conducta activa, se masculinizarían, se volverían viragos,con lo cual se quedarían solteras; es decir, los hombres no las iban a querer y recordemos como el amor es otro de los poderosos mecanismos de control social.
Hoy día, como reconocen entre otras, Maria Antonia García de León, la igualdad entre los sexos es ya uno de los valores indiscutibles de nuestros sistemas sociales, y sin embargo, existen discursos paralelos desde la publicidad y los...
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