Corazón de piedra
Distanciado y estático, sí era capaz de admirar, día tras día, el paisaje frente a él. Su profunda inquietud loagobiaba. La pesadez de su figura hundida le aseguraba que nunca podría recorrer esos lugares lejanos.
Una mañana, justo antes de sentir el sol en su rostro, la tierra se sacudió por segundos desdesus entrañas. Pues, eso fue suficiente para que la montaña soltara de sí misma todo cuanto había en su superficie. Árboles, tierra, rocas, agua de las cascadas, monte.
Fue perturbador para Roccosentir un cambio tan brusco e inesperado en su vida. A pesar de sus deseos de salir de allí, sintió la terrible idea de la desprotección. Salió de su estancamiento y comenzó a rodar cuesta abajo. Sentíaque todo se golpeaba contra él y que él, a su vez, impactaba todo lo que había en su camino.
Pronto comenzó a percibir dentro de sí cierto halo de emoción, unido a la confusión por la novedad.
–¡Esposible que los sueños existan! –Brotaron las palabras en su boca–, ¡voy rodando hacia el paisaje!
Tras ese descubrimiento, Rocco tropezó su frente contra el tronco de un árbol enorme que leinterrumpió su viaje. Enseguida sintió tristeza. Era entonces, que bajan aquellos, iguales a él, que también posaban allá arriba ante los flashes del sol. Se lanzaron contra Rocco con todas sus fuerzas parasacarlo de su nuevo estancamiento.
–¡Hola, piedra gigante!, ¡qué gusto verte de nuevo, amigo! –Le decían sus vecinos de la montaña–. ¡Baja con nosotros!, ¡no te quedes!, ¡rueda!, ¡rueda!
Rocco...
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