Corazón delator

Páginas: 10 (2357 palabras) Publicado: 22 de agosto de 2014
El corazón delator

E
s cierto! Soy nervioso, muy nervioso, espantosamente nervioso. Siempre lo he sido; pero ¿por qué van a decir ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos: no los había destruido, no los había embotado.1 Sobre todo, mi sentido del oído era muy agudo. Oía todas las cosas de los cielos y de la tierra. Oía muchas cosas del infierno. ¿Cómo, entonces,podría estar loco? ¡Escuchen!, y observen cuán saludablemente, con cuánta calma puedo contarles toda la historia.
Me resulta imposible decir cómo me entró la idea en la cabeza al principio; pero una vez concebida, me persiguió día y noche. No tenía ningún motivo. No había ninguna pasión. Yo adoraba al viejo. Él nunca me había hecho nada malo. Nunca me había insultado. Yo no deseaba para nada su oro.¡Creo que fue su ojo! ¡Sí, fue eso! Tenía un ojo de buitre: un ojo azul pálido, con una película sobre su superficie. Cada vez que lo posaba sobre mí, se me helaba la sangre; y así, poco a poco –muy gradualmente– resolví quitarle la vida al viejo, y así librarme para siempre del ojo.
Ahora bien, el punto es este. Ustedes me juzgan loco. Los locos no saben nada. Pero debieran haber visto losabiamente que procedí: ¡con qué cautela, con qué previsión, con qué disimulo acometí el trabajo! Nunca fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Y todas las noches, alrededor de la medianoche, giraba el picaporte de su puerta y la abría, ¡ah, tan suavemente! Y luego, cuando la había abierto lo suficiente para que pasara mi cabeza, metía una linterna cerrada, totalmente cerrada,2 paraque no escapara ninguna luz, y entonces introducía la cabeza. ¡Ah, ustedes se habrían reído al ver lo astutamente que la introducía! La movía despacio, muy, muy despacio, de modo de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora meter la cabeza entera en la abertura, hasta que podía verlo yaciendo sobre su cama. ¡Ja!, ¿un loco habría sido tan prudente para hacer algo así? Y entonces, cuandomi cabeza estaba bien metida en la habitación, abría la linterna cautelosamente –ah, tan cautelosamente–; la abría justo lo suficiente como para que un único rayo delgado cayera sobre el ojo de buitre. E hice esto durante siete largas noches –todas las noches justo a medianoche–, pero siempre encontraba cerrado el ojo; y entonces era imposible realizar el trabajo; pues no era el viejo el que mesacaba de quicio, sino su mal ojo. Y todas las mañanas, al despuntar el día, iba y me metía osadamente en el cuarto, y le hablaba resueltamente, llamándolo por su nombre en un tono cálido, y lo interrogaba acerca de cómo había pasado la noche. Así que, ya ven, él tendría que haber sido un viejo muy perspicaz, ciertamente, para sospechar que todas las noches, justo a las doce, yo lo miraba mientrasél dormía.
Al llegar la octava noche, fui más cauteloso que lo habitual al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve más rápido de lo que se movió mi mano. Antes de esa noche nunca había sentido el alcance de mis propias capacidades –de mi sagacidad.3 Apenas podía contener mi sentimiento de triunfo. ¡Pensar que allí estaba yo, abriendo la puerta, poquito a poco, y él ni siquiera soñaba conmis acciones y pensamientos secretos! Me reí entre dientes ante esta idea; y tal vez él me oyera, ya que se movió de pronto en la cama, como si estuviera sobresaltado. Ahora bien, ustedes pueden pensar que yo me eché atrás; pero no. Con la densa oscuridad, su habitación estaba negra como boca de lobo (ya que los postigos4 estaban firmemente cerrados, por miedo a los robos), y por eso yo sabía queél no podía ver la puerta abriéndose, y seguí empujándola sin pausa,sin pausa.
Tenía la cabeza adentro, y estaba a punto de abrir la linterna, cuando mi pulgar se deslizó sobre el cierre de chapa, y el viejo se sentó bruscamente en la cama, gritando:
—¿Quién anda ahí?
Me quedé quieto, y no dije nada. Durante una hora entera, no moví ni un músculo, y en ese lapso no lo oí volver a acostarse....
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