cortazar
JULIO CORTÁZAR
Un cuadro de René Magritte representa una pipa que
ocupa el centro de la tela. Al pie de la pintura su título:
Esto no es una pipa.
A Paco, que gustaba de mis relatos.
(Dedicatoria de Bestiario, 1951)
No depende de la voluntad
es él bruscamente: ahora (antes de empezar a escribir; la razón de que haya empezado
a escribir) o ayer, mañana, no hayninguna indicación previa, él está o no está; ni
siquiera puedo decir que viene, no hay llegada ni partida; él es como un puro presente
que se manifiesta o no en este presente sucio, lleno de ecos de pasado y obligaciones
de futuro
A vos que me leés, ¿no te habrá pasado eso que empieza en un sueño y vuelve en
muchos sueños pero no es eso, no es solamente un sueño? Algo que está ahí pero dónde,cómo; algo que pasa soñando, claro, puro sueño pero después también ahí, de otra manera
porque blando y lleno de agujeros pero ahí mientras te cepillas los dientes, en el fondo de la
taza del lavabo lo seguís viendo mientras escupís el dentífrico o metes la cara en el agua fría,
y ya adelgazándose pero prendido todavía al piyama, a la raíz de la lengua mientras calentás
el café, ahí perodónde, cómo, pegado a la mañana, con su silencio en el que ya entran los
ruidos del día, el noticioso radial que pusimos porque estamos despiertos y levantados y el
mundo sigue andando. Carajo, carajo, ¿cómo puede ser, qué es eso que fue, que fuimos en un
sueño pero es otra cosa, vuelve cada tanto y está ahí pero dónde, cómo está ahí y dónde es
ahí? ¿Por qué otra vez Paco esta noche, ahora que loescribo en esta misma pieza, al lado de
esta misma cama donde las sábanas marcan el hueco de mi cuerpo? ¿A vos no te pasa como a
mí con alguien que se murió hace treinta años, que enterramos un mediodía de sol en la
Chacarita, llevando a hombros el cajón con los amigos de la barra, con los hermanos de Paco?
su cara pequeña y pálida, su cuerpo apretado de jugador de pelota vasca, sus ojos deagua, su pelo rubio peinado con gomina, la raya al costado, su traje gris, sus mocasines
negros, casi siempre una corbata azul pero a veces en mangas de camisa o con una
bata de esponja blanca (cuando me espera en su pieza de la calle Rivadavia,
levantándose con esfuerzo para que no me dé cuenta de que está tan enfermo
sentándose al borde de la cama envuelto en la bata blanca pidiéndome elcigarrillo que
le tienen prohibido)
Ya sé que no se puede escribir esto que estoy escribiendo, seguro que es otra de las
maneras del día para terminar con las débiles operaciones del sueño; ahora me iré a trabajar,
me encontraré con traductores y revisores en la conferencia de Ginebra donde estoy por
cuatro semanas, leeré las noticias de Chile, esa otra pesadilla que ningún dentífrico despega
dela boca; por qué entonces saltar de la cama a la máquina, de la casa de la calle Rivadavia
en Buenos Aires donde acabo de estar con Paco, a esta máquina que no servirá de nada ahora
que estoy despierto y sé que han pasado treinta y un años desde aquella mañana de octubre,
ese nicho en un columbario, las pobres flores que casi nadie llevó porque maldito si nos
importaban las flores mientrasenterrábamos a Paco. Te digo, esos treinta y un años no son lo
que importa, mucho peor es este paso del sueño a las palabras, el agujero entre lo que todavía
sigue aquí pero se va entregando más y más a los nítidos filos de las cosas de este lado, al
cuchillo de las palabras que sigo escribiendo y que ya no son eso que sigue ahí pero dónde,
cómo. Y si insisto es porque no puedo más, tantas veceshe sabido que Paco está vivo o que
va a morirse, que está vivo de otra manera que nuestra manera de estar vivos o de ir a
morirnos, que escribiéndolo por lo menos lucho contra lo inapresable, paso los dedos de las
palabras por los agujeros de esa trama delgadísima que todavía me ataba en el cuarto de baño,
en la tostadora, en el primer cigarrillo, que está todavía ahí pero dónde, cómo;...
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