Cortes


Las Cortes heredan de la Curia la función de consejo, pero éste va perdiendo importancia en favor de la ayuda económica, política y militar, que sólo en ocasiones es gratuita. La simple petición de ayuda refleja una debilidad del poder monárquico y de ella se servirá las Cortes para exigir contrapartidas, para imponer sus condiciones y llegar a un acuerdo o pacto con el Rey que, en adelante,no podrá gobernar sin el consentimiento de las Cortes. El pacto más conocido es el firmado a fines del siglo XIII por Pedro el Grande con aragoneses, catalanes y valencianos, pero no es el único: pactos similares se dan en León-Castilla y en Navarra o en Portugal. La Curia o Cortes de 1188 son un buen punto de partida para entender el acuerdo al que llegan el Rey y el Reino: Alfonso IX (¿a cambiode una ayuda que desconocemos?) limita su capacidad de decisión y se obliga a seguir el consejo de obispos, nobles y hombres buenos antes de declarar la guerra, firmar la paz o concertar acuerdos. Para entender esta limitación del poder monárquico conviene recordar que desde 1157, desde la separación de Castilla y León, a la guerra con los musulmanes se han unido los enfrentamientos con Castilla ycon Portugal, que el reino se ha visto envuelto en guerras, paces o tratados para los que no se ha pedido su opinión. El comienzo del reinado de Alfonso (arruinado por las continuas donaciones de Fernando II, con graves problemas en el interior debido al aumento del bandolerismo y enfrentado a la posibilidad de que la nobleza capitaneada por Diego López de Haro ponga en el trono a Sancho, hijo deFernando II y de Urraca López de Haro) es una magnífica ocasión para que nobles, clérigos y ciudadanos impongan sus puntos de vista: de la misma forma que Alfonso acepta la superioridad castellana, se hace armar caballero por Alfonso VII y concierta su matrimonio con una de las hijas del castellano (¿por consejo de la curia?), pudo confirmar los fueros (privilegios) de los miembros de la curia,reconocer validez a sus consejos y tenerlos en cuenta a la hora de orientar la política exterior del reino. El pacto, si realmente existió, no tuvo continuidad y sólo volverá a ser recordado en momentos de debilidad de la monarquía: en los años finales del siglo XIII y comienzos del XIV (enfrentamientos entre Alfonso X y Sancho IV, y minorías de Fernando IV y Alfonso XI), en la segunda mitad delsiglo XIV (la victoria portuguesa en Aljubarrota pone en peligro la continuidad de la dinastía), y en los años finales del reinado de Enrique IV, que llega a ser destronado por la nobleza en la llamada «farsa de Avila». En estas ocasiones, las Cortes castellanas (los representantes de los concejos, pues prácticamente sólo ellos asisten) aumentan sus exigencias, aspiran realmente a gobernar y creansus propios mecanismos de defensa mediante la formación de ligas o hermandades, puntos sobre los que volveremos más adelante.
(…) La defensa de los usos y costumbres de la Tierra tiene a corto plazo el objetivo de mantener la situación privilegiada de los dirigentes de la sociedad, que se atribuyen o tienen la representación del Reino cuyos intereses afirman defender y, desde su punto de vista,defienden efectivamente, si tenemos en cuenta que por encima de la defensa de intereses concretos se discuten proyectos o programas políticos, como podrá verse analizando el ejemplo castellano. Alfonso X —las consideraciones pueden extenderse a Pedro el Grande de Aragón, a los reyes navarros de las casas de Champaña y Francia y a los monarcas portugueses del siglo XIII— intenta romper elparticularismo de sus dominios y unificarlos mediante el fortalecimiento del poder monárquico que, insiste en repetidas ocasiones, procede directamente de Dios, por lo que sólo a él deben los monarcas rendir cuentas. Entre los poderes que Alfonso reivindica para el monarca figura en primer lugar la capacidad legislativa, el poder de promulgar leyes de validez general para, a través de ellas, modificar, como...