Cosas de la Filosofia
Este apunte, por su parte, no pretende lanzar "unapostura más" al conjunto de las libres conciencias a expensas de llegar a un consenso entre todas ellas. No se trata de inventar un nuevo color en favor de la riqueza cromática del debate sino más bien de recuperar la paleta que la comprende. Se trata, por tanto, de recuperar los parámetros del problema para poder tener las alternativas a la vista, desde una de las cuales precisamente habrá tenidoque llevarse a cabo esta recuperación. Recuperación que nos llevará, por otra parte, a presentar el debate como lo que es: un campo de batalla que pide la eliminación de alguna de sus partes en el sentido de que no cabe la representación imaginaria de una acomodación entre las posturas contendientes aunque siempre quepa suponer una resolución dialógica a favor de alguna de ellas. Para elloensayaremos un criterio sencillo (genérico) que, por supuesto, no recogerá la virtual complejidad del debate, pero que sí recogerá las alternativas desplegadas en su estrato acaso más decisivo.
Un supuesto, al parecer común, de todas las posturas contendientes es el del interés incondicional del mantenimiento de la actividad filosófica. Pero unas veces se entenderá tal actividad como la acciónde una "subcultura superior" frente a una "institución parasitaria" como si tal actividad hubiera podido gestarse sin tal incubación "parasitaria"; otras, simplemente, como el mero pensamiento mundano que no necesita de la artificiosidad académica; también se dirá que la Academia proporciona la importante función democrática de conservar los Grandes Textos, que a modo de cimientos sostienen lapropia potencialidad discursiva de la democracia; o sencillamente que la Academia encierra los secretos del pensamiento en general como si de su mantenimiento dependiera de modo absoluto la capacidad racional de la población ("nosotros defendemos a la Razón"). En cualquier caso, el acuerdo sería tan sólo nominal, no real, lo cual supone ya que el supuesto interés intrínseco del mantenimiento de laactividad filosófica se disuelve una vez se conceda que el interés de su perpetuación dependerá del modo en que se comprenda el ejercicio de tal actividad, pero no "más allá" de sus propios contenidos. Acaso no interese, ponemos por caso, una posición que defienda que el mantenimiento de la actividad filosófica deba quedar reducida a la "meditación" en las innumerables tazas de váter de una ciudadcomo Madrid o, siendo un poco más generosos, a los simples pensamientos emanados de una actividad neuronal originaria del género homínida. Daremos aquí por supuesto que si bien el plano mundano de la actividad filosófica es el sustrato y el material del que parte y sobre el que opera el ejercicio académico, es en éste donde se centra el aparato crítico de la actividad filosófica como la reflexión...
Regístrate para leer el documento completo.