Cosas

“y recordaré las horas a tu lado, como el sabor que probado nunca se llega a olvidar
y cuando desmanden mil mañanas nuevas, y aún me ronde tu recuerdo algún presente me traerá
laresignación y olvido de venturas y momentos que pasado son y que ya no volverán más
y te llevaré conmigo y con mis pasos y con ello habré de aprender a vivir
si bien sé que tú lo sabes ya quetanto lo hemos visto, todo empieza con nosotros donde vamos”

Agosto, dos años atrás…

Aquella noche la supo lejana, distante, inalcanzable, perpetua e inmutable; a la vez, a la distanciade un simple llamado, efímera y permanente. Es difícil describir ese rostro desencajado y absurdo con el que velaba su propia extinción, fue como si supiera, por iluminación, que aquella lunasería la última que podría reflejarse en los ojos de su madre. Entonces sucedió, el hálito de luz que quedaba se diluyó en las sombras, se apagó. Mientras dormía vino la corte marcialencabezada por el ángel que conduce a las almas a algún rincón desconocido y partió con ellos, culminó una breve despedida, la otrora fuerte semblanza quedó recostada sobre la cama que guardó lasúltimas locuras, los primeros llantos y el comienzo del siguiente camino. La muerte es una necesidad humana, para entender la vida es necesario entender primero que cada acto es unanegación a la posibilidad de la muerte.
Amaneció inevitablemente, la luz del sol siempre sigue a la oscuridad de la noche, hay cosas que nunca cambian. Habían permanecido algo más de semana ymedia haciendo lo que ella cuando fueron críos, cuidándola, acariciándola y arrullándola, hablaba a los más jóvenes de casos y de cosas que seguro tuvieron coherencia y sentido en sus añosmozos, pero que no entendieron, les parecían ocurrencias poco fiables de una mente que clama por descansar al fin. Tenía ochenta y ocho años, pero actuaba como una niña en su primer quinquenio.