Costos bancarios en colombia
A principios de este año, en sus páginas electrónicas, varios bancos publicaron una información según la cual "en Colombia se pagan los servicios bancarios más baratos de América Latina". Ese pintoresco trofeo olímpico merecería estar colgado en el gran salón de la orgulloteca nacional, al lado dela medalla otorgada al segundo mejor himno nacional del mundo, si no fuera por una razón simple pero aplastante: es falso.
-Además -dice atinadamente Augusto Acosta, antiguo superintendente financiero-, lo importante no es saber si nuestras tarifas bancarias son las más baratas o las más caras del mundo.
Lo importante es saber si los colombianos pueden pagarlas o no.
Un papero en BoyacáPara obtener un crédito de 2 millones de pesos, al señor Piraquive, cosechero boyacense de seis hectáreas de papa, que no sabe dónde quedan las oficinas de Agro Ingreso Seguro, le exigieron en el banco 11 documentos para demostrar que posee casa propia, finca con represa y automóvil. Es decir, le pidieron demostrar que poseía tanto que no tenía para qué solicitar un préstamo. Ante semejanteparadoja, se lanzó en brazos de los prestamistas informales. Y menos mal que no consiguió el préstamo: le hubieran cobrado intereses, al promedio de hoy, del 25,2 por ciento anual.
Antes de salir del banco, averiguó qué interés obtendría si fuera a consignar en una cuenta de ahorros los centavos de su cosecha, si es que no se la traga el invierno: solo le pagarían alrededor del 1 por ciento efectivoanual.
Mi comadre Florestina Cogollo, a pesar de su nombre primaveral, tiene 73 años. Es una viuda muy pobre. Vive en Evitar, un pueblo del centro de Bolívar. Otro día les cuento por qué el pueblo se llama así. Yurani, la hija de mi comadre, se gana la vida como cocinera en Cartagena. Le pagan lo mínimo del salario mínimo. Todos los meses le consigna a su madre, en una corporación financiera,160 mil pesos para el sostenimiento de una niñita suya, sin padre, que quedó al cuidado de la abuela.
En Evitar hay un solo cajero automático. Después de un esfuerzo titánico, mi comadre aprendió a usarlo. Como mujer metódica, saca el dinero en cuatro partes mensuales, una cada lunes. Para comprar unas libras de arroz, para la ropita de la niña, para algún medicamento. Cada vez que hace unretiro, el cajero le cobra 7 mil pesos.
Al llegar el final de mes, no le quedan ya los últimos 40 mil pesitos, como ella suponía en sus cuentas, sino 19 mil, porque 21 mil se los cobraron por hacer los tres retiros anteriores. Eso significa que, cuando hace el último retiro, ha tenido que cancelarle al banco 28 mil pesos por el servicio, una monstruosa tasa del 17,5 por ciento mensual.
Una tardemi comadre le relató sus cuitas a don Licurgo, el boticario del pueblo, hombre cultivado en la lectura de novelas francesas y suscriptor de revistas viejas.
-No sea boba -le aconsejó, con pretencioso acento de sabio-. Él mes entrante saque los 160 mil de un solo golpe y paga solo 7 mil.
-¿Y si me los roban juntos? -preguntó ella, con esa perspicacia que tienen las mujeres.
La chequerade don José
El mes pasado, a propósito de una crónica mía sobre los precios inauditos que se pagan en Colombia por un galón de gasolina, publicada en estas páginas, recibí el mensaje de un tendero de barrio bogotano, al que llamaré don José. Hace un año tenía cuatro empleados a su servicio. "Pero tuve que despedir a dos", aclara.
Tratando de evitar los estragos que el gravamen del 4 por mille estaba haciendo a su tienda, don José resolvió que solo pagaría en efectivo a sus proveedores, desde el matarife hasta la fábrica de gaseosas. Ellos pusieron el grito en el cielo, porque al recibir su dinero "en rama" -como se dice- quedaban expuestos a los atracadores de la esquina. Lo malo es que tampoco le aceptaban cheques, a menos que él pagara el 4 por mil.
-Compré en mi banco una...
Regístrate para leer el documento completo.