Crónica de una muerte anunciada.

Páginas: 113 (28222 palabras) Publicado: 22 de junio de 2014
Esta novela se basa en un hecho histórico acontecido en la tierra natal del autor. Sin
embargo, en García Márquez la dialéctica entre realidad y mito es tan fecunda que eleva
el hecho a categoría de metáfora universal sobre la condición humana.
Cuando empieza el relato, Santiago Nasar ya está muerto, pues sabe que los
hermanos Vicario lo van a matar —de hecho ya lo han matado— para vengar elhonor
ultrajado de su hermana Ángela, pero la novela concluye en el momento en que
Santiago Nasar muere… Fascinante análisis de la fatalidad y el tiempo cíclico, en esta
obra la realidad se metamorfosea en rito, el amor desemboca en tragedia, y los
hombres y mujeres se sitúan en las fronteras de la leyenda.

Gabriel García Márquez

Crónica de una muerte anunciada
ePub r1.0
orhi06.06.13

Título original: Crónica de una muerte anunciada
Gabriel García Márquez, 1981
Editor digital: orhi
ePub base r1.0

La caza del amor
es de altanería
GIL VICENTE

1
El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque
en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una
llovizna tierna, ypor un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo
salpicado de cagada de pájaros. «Siempre soñaba con árboles», me dijo Plácida Linero, su madre,
evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato. «La semana anterior había soñado
que iba solo en un avión de papel de estaño que volaba sin tropezar por entre los almendros», me
dijo. Tenía una reputaciónmuy bien ganada de interprete certera de los sueños ajenos, siempre que se
los contaran en ayunas, pero no había advertido ningún augurio aciago en esos dos sueños de su hijo,
ni en los otros sueños con árboles que él le había contado en las mañanas que precedieron a su
muerte.
Tampoco Santiago Nasar reconoció el presagio. Había dormido poco y mal, sin quitarse la ropa,
y despertó con dolor decabeza y con un sedimento de estribo de cobre en el paladar, y los interpretó
como estragos naturales de la parranda de bodas que se había prolongado hasta después de la media
noche. Más aún: las muchas personas que encontró desde que salió de su casa a las 6.05 hasta que
fue destazado como un cerdo una hora después, lo recordaban un poco soñoliento pero de buen
humor, y a todos les comentóde un modo casual que era un día muy hermoso. Nadie estaba seguro
de si se refería al estado del tiempo. M uchos coincidían en el recuerdo de que era una mañana radiante
con una brisa de mar que llegaba a través de los platanales, como era de pensar que lo fuera en un
buen febrero de aquella época. Pero la mayoría estaba de acuerdo en que era un tiempo fúnebre, con
un cielo turbio y bajo y undenso olor de aguas dormidas, y que en el instante de la desgracia estaba
cayendo una llovizna menuda como la que había visto Santiago Nasar en el bosque del sueño. Yo
estaba reponiéndome de la parranda de la boda en el regazo apostólico de María Alejandrina
Cervantes, y apenas si desperté con el alboroto de las campanas tocando a rebato, porque pensé que
las habían soltado en honor del obispo.Santiago Nasar se puso un pantalón y una camisa de lino blanco, ambas piezas sin almidón,
iguales a las que se había puesto el día anterior para la boda. Era un atuendo de ocasión. De no haber
sido por la llegada del obispo se habría puesto el vestido de caqui y las botas de montar con que se
iba los lunes a El Divino Rostro, la hacienda de ganado que heredó de su padre, y que él administrabacon muy buen juicio aunque sin mucha fortuna. En el monte llevaba al cinto una 357 Magnum, cuyas
balas blindadas, según él decía, podían partir un caballo por la cintura. En época de perdices llevaba
también sus aperos de cetrería. En el armario tenía además un rifle 30.06 Mannlicher-Schönauer, un
rifle 300 Holland Magnum, un 22 Hornet con mira telescópica de dos poderes, y una Winchester...
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