crónica vendedor ambulante
En la clase de Didáctica de la lengua materna II estamos empeñados en aprender a escribir crónicas. En esta ocasión el profesor Wilson nos ha dejado como tarea escribir una sobre losvendedores ambulantes. Tengo que admitirlo, apenas escuché el tema a tratar mi mente quedó en blanco. Sólo pensé en que yo nunca me pongo a hablar con ellos como para lograr una buena historia, sólohablo lo necesario, como por ejemplo, “qué vale esto”, “cuánto le debo”, “gracias”.
El tema me atemorizó montones, recuerdo haberle dicho a una amiga que el profesor estaba loco, que cómo se le ocurríaponer ese tema. Yo no sabía qué hacer, y el hecho de tener poca socialización con vendedores ambulantes hacía que la presión de ese trabajo aumentara. Pasé días enteros intentando hacerleconversación a alguno de ellos. Todos los días pasaba por el lado de las casetas que quedan a la entrada de la universidad con la intención de dialogar con el que me fuera a vender cierto producto. Pero todo eraen vano, no era capaz de pronunciar una sola palabra que diera paso a una conversación espontanea.
Alcanzaron a pasar dos semanas en la misma tónica, la fecha de entrega del trabajo estaba más quecerca, era para el día siguiente, y yo aún no tenía mi historia. Estaba sentada en la cafetería del Luis A. Calvo y Laura, una amiga, me pidió el favor que la acompañara a comprar unos cigarrillos; sinmuchos ánimos me levante de la silla y emprendimos camino. Una vez cruzamos la entrada de la UIS, le dije que fuéramos donde ‘La chiqui’, que allá me los dejaban más económicos; ella sin vacilaraceptó inmediatamente.
Llegamos al puesto que queda más o menos a mitad de cuadra, saludé, pedí los cigarrillos y le dije “acuérdese que son para mí”; La chiqui y Laura sonrieron simultáneamente, Lachiqui respondió “sí, a mil cua’ como siempre” y le dije con una sonrisa “eso, así me gusta”; me despedí sin antes decirle que nos veíamos más tarde y que le fuera bien. Regresamos a la cafetería y...
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