Crónica
Justo iniciando el mes de marzo he decidido que es necesario poner mi cuerpo, y no solo mi cerebro, en movimiento, inyectarle energía y positivos pensamientos, acciones y deseos.Me levanté un día con la firme decisión de consentir a lo que llamó mi santuario y entonces nada llamó más mi atención en la cocina que un monte de toronjas rosadas y brillosas como mejillas debebé. Sin dudarlo preparé el jugo más fresco y delicioso. Al tomarlo sentía como la vida, el verdadero sentido de la misma, iba de la cabeza a los pies tan rápido, pero a la vez tan delicada una yotra vez en cada trago.
Sin duda aquel momento había bastado para disfrutar cada pequeña cosa de mi día. Tomar un baño parecía una purificación o hasta un concierto donde gota a gota se ibacomponiendo una melodía diferente a la anterior, abría lo ojos y el agua caía tan lento que lograba ver el reflejo de mi rostro que, sin darme cuenta, dibujaba una sonrisa.
Al salir de casa losrayos del sol iluminaban cada paso que daba para llegar a la esquina en la que siempre tomo el transporte hacia la escuela, pero esta vez no era la misma caminata apresurada de diario, ahora tometiempo para caminar con ritmo como bailando un vals con la mejor pareja que pudiera existir en ese momento: mi yo.
Cuando parecía que no tendría sensaciones iguales en el día mi cabeza giró haciala derecha, casi de forma autómata, al entrar a la universidad y vi algo que siempre estuvo ahí pero nunca me atrajo tanto. Caminé hasta entrar a un recinto donde habían miles de bicicletas azules(me pareció que eran demasiadas) formadas una sobre otra en espera de ser utilizadas.
Sólo atine a preguntas a una mujer que estaba a la entrada como usar una de aquellas maquinas que nunca useantes dentro de C.U. No necesitaba más que mi credencial que acreditaba soy estudiante de la UNAM y sin más tome la del asiento más bajo y partí.
Al poner mis manos sobre el manubrio sentí una...
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