Crónicas de un maestro unidocente

Crónicas de un maestro unidocente:

La moto honda 125 cc parece indefensa ante el río desbordado, me percato que estoy a punto de irme en la corriente, pero no pretendo dejarme vencer tan fácil. Logro pasar; nunca se había llenado tanto, ya son casi las ocho, con los contratiempos de este temporal no creo que vayan muchos niños a clases sin embargo, resulta irresponsable dejar alguno puertaafuera en las aulas. Llego y ahí están seis alumnos esperando por mí, al verme me dicen:

-¡Profe creíamos que ya no iba a venir!

Me quito la capa, refunfuño por haberme mojado hasta las caderas; abro la puerta, oramos y leemos a María Isabel Carvajal como premio por haber venido pese al temporal, escuchan felices las historias y reímos con los cambios espontáneos que le voy dando a la historia.Doña Lucía se asoma por la ventana y me dice que ya es hora de pasar al comedor, la lluvia no cesa y los alumnos pasan corriendo. “Hoy está rico profe y como no hay casi nadie repetimos…” dice Freddy con los ojos llenos de esa emoción tan inocente de repetir un plato de comida. Se comen el arroz, los frijoles, el picadillo de papa con carne, pero dejan a un lado la ensalada; les digo el valornutritivo que pierden y por compromiso se comen unos bocados.

Volvemos al aula y sigue lloviendo, esta vez más fuerte y con viento, entonces los niños se asustan, escribo prácticas de repaso en la pizarra y para colmos está mojada y no quiere “agarrar” la tiza; así que les dicto resultando imposible por el ruido del agua. Por lo cual empiezo a escribirla en cada cuaderno, un rayo cae cerca y laluz se va; son apenas las diez y está muy oscuro.

-Niños guarden y veamos caer la lluvia.

Nos sentamos en el pequeño corredor a ver las gotas caer, los niños no hablan, se quedan quietos mirando el espectáculo sencillo y mágico del agua; pero el viento nos obliga a entrar al aula de nuevo.

Se sonríen y siguen con la práctica a media luz; me siento a ver las gotas y pienso en el río llenoque debo de pasar y los otros riachuelos que solo son valerosos en el invierno; me indispongo pensando en ponerme la capa con la ropa empapada, recuerdo que se acabó mi agua en botella e ir hasta el pueblo con estas lluvias es algo difícil; me levanto de la silla y me digo a mi mismo: -¡Qué bueno sería esperar el autobús!- pero no hay, ya que lo más cerca que pasa es a unos cinco kilómetros y nova para donde yo vivo, miro mi moto y está llena de barro, no creo que aguante este año.

Se acerca el final de la clase, la lluvia cesa un poco como para darnos oportunidad de que los niños de la mañana se retiren…

-¡Profe! Cántenos una canción ¡por fa! Luego de varios pedidos acepto y empiezo a cantarles “Lola”, una de sus canciones favoritas. La corean, la disfrutan…me piden otra y lescanto “Poco duran los buenos tiempos” y aunque tiene un mensaje de superación y existencia y sé no comprenden muy bien; la cantan y les sale de muy adentro esa voz cuando cantan:

“…al final le pediré al tiempo: que no se vaya tan de repente, que nos espere un ratito más, pues esta vida de luchas y penas es lo mejor que nos puede pasar…”

Termino de cantar con ellos un par de canciones más,hacemos aseo y nos vamos. Cuando ya estamos por irnos, el torrencial aguacero vuelve y los alumnos se van felices cantando y silbando mis sones debajo de la lluvia y a lo lejos me gritan que “¡Hasta mañana profe!” Me sonrío al ver que se divierten y tienen aún con todos los problemas, las ganas de un mañana, de la superación, de ser alguien importante en la vida y se me olvidan todas la penurias deldía, semana o mes; entiendo que sin mi apoyo todo es más difícil para ellos y no me interesa en ese momento las comparaciones que hago cuando me entero que hay personas en lugares más cercanos y de fácil acceso que ganan igual o más que yo y se la pasan quejando de todo y de todos; hago un gesto de felicidad a medias, me quito la capa y me voy bajo la lluvia, eso sí llevo con cuidado el bolso...