crimen de estado caso parlacen
Este fragmento, que se inicia con un diálogo telefónico entre Rodrigo Ávila Avilés ex director de la Policía Nacional Civil de El Salvador y Erwin Sperisen ex jefe dela Policía Nacional Civil de Guatemala, pertenece al primer capítulo del libro Crimen de Estado El caso Parlacen.
Lo siento, mano. No sé cómo decírtelo. Realmente no sé cómo hacerlo. Pero tengo queinformarte que apareció el carro en que viajaban los diputados de tu país. De verdad, mano, lo siento. El carro está incinerado y hay cuatro cuerpos quemados, le dijo Sperisen a Ávila.
El jefe de laPolicía de El Salvador miró, por los cristales de su oficina, la gigantesca Embajada de Estados Unidos en San Salvador, localizada en el exclusivo barrio de Santa Elena. Cuando escuchó aquello, surostro se tornó sombrío. Desde varias horas atrás estaba animado de un puntilloso, aunque muy lógico, deseo de saber algo de los diputados desaparecidos, pero esta noticia no era, precisamente, lo quequería escuchar.
Cuando los salvadoreños llegaron ahí, la escena era dantesca, monstruosa. Sobre todo cuando se miraban los cuerpos calcinados. Dos de las víctimas se encontraban cerca del vehículo.Otros dos se encontraban dentro, aunque no estaban totalmente quemados.
El lugar estaba repleto de periodistas y autoridades que levantaban, con la ayuda de luces especiales, los indicios másimportantes de todo lo que había acontecido en ese lugar. Los funcionarios salvadoreños debieron hacer esfuerzos para no mostrar el horror que les causaba todo aquello. El diputado Roberto d’Aubuissonprefirió quedarse atrás, lejos de las miradas de los periodistas que caminaban por el lugar a trompicones. Aunque casi todos esperaban el desenlace de los resultados de los médicos forenses sobre lasidentidades de los muertos, los susurros eran de espanto. Había una fuerte excitación en el lugar, aunque en Guatemala la violencia vuelve habitual lo inverosímil.
Los asesinos escogieron el sitio...
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