Crisis Y Filosofía

Crisis de la filosofía y filosofía de la crisis

1 Crisis y filosofía
Que la filosofía, como parte de las humanidades, está en crisis es algo que vamos a dar aquí por supuesto[1]. Por otra parte, podría objetarse, y con razón, que las crisis, sus crisis, no son nada nuevo para la filosofía. De hecho, ya en el mismo momento de su nacimiento, cuando el Sócrates republicano de Platón proponeoficialmente bautizarla con ese rótulo probablemente de ascendencia pitagórica con el que hoy la identificamos, se ve obligado a defenderla de los incrédulos que dudaban, en pleno siglo IV antes de Cristo, de su viabilidad[2]. Bien podría decirse que la filosofía, en consecuencia, es una disciplina permanentemente en crisis. Incluso, que este rasgo suyo sirve para caracterizarla distintivamente, comodemuestra el hecho de que el problema de la naturaleza de la filosofía es un problema él mismo filosófico[3], cosa que no ocurre con el resto de disciplinas.
Pero siendo verdad todo ello, no menos verdad es que la perenne crisis de la filosofía no siempre bebe de las mismas causas ni presenta el mismo aspecto; y que en nuestra época esta crisis tiene ciertos rasgos peculiares que ladiferencian, al menos en parte, de las crisis anteriores. Uno de ellos, en el que queremos insistir especialmente, es la tendencia al escolasticismo que desde hace varias décadas la caracteriza, consecuencia probablemente inevitable de su anhelo por convertirse en respetable disciplina académica. Por escolasticismo queremos entender aquí su encapsulamiento alrededor de temas y problemas enormemente abstrusosque, constituyendo el pasto adecuado de los especialistas, la desvinculan de lo que husserlianamente podríamos llamar el mundo de la vida, provocando, tal y como indicó Quine, su pérdida de contacto con la gente (con los problemas de la gente, dijo precozmente y en otro tono Dewey[4]) y su gradual irrelevancia cultural[5]
Dicho lo cual, quisiéramos precisar algo importante: nada más ajeno anuestros intereses que propugnar, en virtud de lo reseñado, la necesidad, por ejemplo, de recurrir o sumarse a la denominada “filosofía práctica” (asesorías filosóficas, cafés filosóficos y demás intervenciones), una respuesta a la crisis de la filosofía que, partiendo de un diagnóstico básicamente correcto de la misma, nos parece, en cambio, equivocada en todo lo demás (la obsesión, huelga decir queideológica, por resultar accesible, el consiguiente menosprecio del rigor conceptual, el estoicismo ético de fondo, etc).
¿Qué remedio queremos propugnar entonces contra el escolasticismo? A nuestro entender, la crisis de la filosofía no obedece en realidad a los “problemas escolásticos” en sí mismos (sin duda importantes), sino al hecho de que estos se hayan convertido para la mayoría defilósofos en los únicos problemas existentes.
En efecto, persiguiendo la profesionalización a cualquier precio, soñando con el día en que la Academia lo proclame experto en alguna cosa, el filósofo estándar ha limitado su formación a tratar de comprender la bibliografía que configura su campo de investigación, renunciando a estudiar desde la tradición filosófica (no digamos desde la tradiciónsociológica, antropológica o histórica) los problemas políticos, económicos o sociales que le rodean. A raíz de ello, el filósofo ha dejado, con las naturales excepciones, de ser un intelectual y ha mutado en técnico. Su discurso ya no se dirige a las capas cultas de su sociedad, sino a los centenares -o miles, en el mejor de los casos; decenas en el peor- de colegas que indagan en el mundo lo mismo que él. Yeste diagnóstico general, mucho nos tememos, no es menos válido para quienes encuentran en la filosofía política su campo de especialización. En tal esfera prima también, a menudo, el distanciamiento del técnico en detrimento del compromiso del intelectual.
Sea como fuere, lo cierto es que la filosofía siempre mostró interés hacia lo que en argot rortyano podríamos llamar “problemas...