Critica Transfomers
En la nueva Transformers todo cambia para que todo siga igual. Adiós Shia LaBeouf y, por supuesto, adiós Megan Fox (la chica ha debido reconciliarse con el director, a tenor de su presencia en la inminente Ninja Turtles, después de llamarle nazi). HolaMark Wahlberg, con un subfusil alienígena en el póster de la película, saludamos de pasada a la candidata a Victoria's Secret Nicola Peltz y hola también a Stanley Tucci, el más carismático y divertido del reparto con diferencia, y aunque parezca mentira el único personaje con un arco de transformación... aparte de la de las tres docenas de robots que se convierten en coches de última generación porobra y gracia de la mayor operación de product placement de General Motors jamás imaginada.
Sí, me gusta Transformers, o mejor dicho, me gusta Michael Bay. Dispuesto a inmolarme con el (poco) prestigio amasado a lo largo de los años, lo mío es una lucha perdida contra toda persona de buen gusto, o más bien, cualquiera dispuesto a defender el cine como forma de expresión y entretenimiento. Y losé. La Era de la Extinción, o Transfomers 4, Personas 0, son tres horas de brutal y superficial espectáculo concebidos por una mente dictatorial adolescente de 49 años, y a nivel de operación comercial, un enorme y aparatosa excusa para hacer franquicia, salvar la cara en la próxima junta de accionistas de Paramount y vender más muñecos que entradas. La película va directa a las fobias de todocrítico. Pero también es un espectáculo apabullante en el que Michael Bay, encumbrado ya como autor vulgar tras esa joya titulada Dolor y Dinero (la más satírica, extraña e inquietante mutación estrenada en un cine en los últimos años), vuelve a demostrar su talento y habilidad infinita para gestionar escenas de acción a un nivel que cualquier otro director apenas puede empezar a concebir.
Y paralos entendidos en Bay, también hay matices que nos hacen percibir una evolución en el estilo del realizador californiano. Sutiles, al menos para quienes le seguimos. Transformers 4 es probablemente la primera película de Michael Bay en la que, créanlo o no, el realizador concibe la idea de relajarse y dejar que los personajes hablen. Que lo que digan tenga relevancia alguna, es otro cantar. Pero deuna manera casi inédita en él, Bay reduce drásticamente el humor chorra y racista (tranquilos: no desaparece del todo) a la vez que parece no sentir la imperiosa necesidad de mostrar su estilo, de hacer algo con la cámara en cada escena. Quizá por eso, el director se recrea durante más de una hora en los paisajes de la bucólica granja del nuevo protagonista Cade Yeager (Mark Wahlberg), un...
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