Cronica: El gato que heredó diez millones de euros
Publicado: 4 agosto 2013 Efraim Medina
Una sirvienta supersticiosa
Maria Assunta no recordaba con exactitud el día, pero sí que fue un atardecer a finales de noviembre de 2007 y que las calles de Roma estaban cubiertas de nieve. Ella había salido a dar un paseo acompañada de Matilde Rodríguez, su sirvienta ecuatoriana. El pálido sol de inviernoresplandecía contra el blanco paisaje. Dos meses antes había cumplido 89 años, era una mujer alta, delgada y en perfecto estado de salud, y de esto, su salud de hierro, siempre se había ufanado. Al llegar a una de las esquinas de Torre Largo Argentino, sintieron la brusca frenada de un auto y un segundo después una mancha oscura pasó frente a ellas y se perdió del otro lado de la calle.
—¡Era un gatonegro, señora! —exclamó la sirvienta persignándose varias veces.
Ella sonrió comprensiva y la instó a reanudar la marcha. Cruzaron la calle y se dirigieron a un quiosco de periódicos y revistas donde la sirvienta solía comprar billetes de lotería instantánea. Y fue en ese momento, mientras la sirvienta raspaba el cartón con la uñas en busca del milagroso número, que aquel niño se acercó con un gato enbrazos.
—Está vivo, señora —dijo el niño dirigiéndose a ella—. No puede caminar, pero está vivo.
—¡Es el mismo que nos pasó enfrente! —exclamó la sirvienta horrorizada.
Según Giacinto Canzona, abogado por entonces de Maria Assunta, fue así como ella conoció al gato. Era un cachorro negro de tres meses, tenía los ojos amarillos y una pata rota. Ella lo llevó a su veterinario y luego, una vezcurado, a su apartamento. Lo llamó Tommaso en honor a un pariente suyo que había sido héroe de guerra. A los pocos meses de adoptar el gato, María Assunta enfermó y le diagnosticaron cáncer de pulmón. La sirvienta culpó al gato de traer la mala suerte e intentó convencerla de que se deshiciera de él. Ante la negativa de la anciana, decidió abandonarla (llevándose una buena cantidad de joyas y otrosobjetos de valor). Canzona afirma que esto fue un duro golpe para Maria Assunta, pues durante diez años Matilde Rodríguez había sido su única compañía y la consideraba como un hija. “Ni siquiera quiso denunciarla”, afirma el abogado.
El abogado del gato
Giacinto Canzona es más joven y amable que su voz; había conversado con él varias veces por teléfono antes de llegar a su estudio en el barrioAfricano de Roma (llamado así por Mussolini cuando soñaba con hacer de África parte de su sueño imperial). También el estudio es diferente de como lo imaginaba: tres modestas oficinas, un baño y una minúscula sala de espera. En la oficina de Canzona hay un sofá que me parece haber visto en la zona de promociones de Ikea y un viejo escritorio que dice haber heredado, como la profesión, de su padre; sobrela pared, burdas copias de paisajes medievales y los consabidos diplomas que pretenden dar seguridad al cliente. Entre las cosas que leí en la prensa hablaban de sus ambiciones políticas y lo acusaban de haber utilizado el caso del gato para ganar espacio en los medios, incluso ponían en duda la existencia de Tommaso. Me cuenta que conoció a Maria Assunta en 2009 a través de una amiga de sumadre.
—Había dejado de pagar una serie de impuestos a causa de la enfermedad y me pidieron que la asesorara. Fui a verla a su apartamento en el centro de Roma (cerca de la Fontana de Trevi) y allí conocí a Stefania Cecconi, una enfermera que la cuidaba ocasionalmente —mientras habla, Canzona hace un gesto a su colega Anna Orecchioni, que está recostada en la puerta, para que se siente en el flamantesofá anaranjado—. Del aseo del apartamento se encargaba una chica rumana que se iba al atardecer. Después de lo sucedido con Matilde Rodríguez, la señora Maria Assunta no quiso volver a tener compañía permanente, salvo, por supuesto, la de Tommaso.
En el tórrido verano de 2011, la salud de Maria Assunta empeoró y fue recluida en el famoso hospital romano Sant’Andrea; había hecho testamento y...
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