Cronica NiUnaMenos
común. La consigna es muy clara, fácil de recordar y potente a la vez:
#NiUnaMenos. El hashtag es un adorno de este concepto que digitalmente reunió
una cantidad inconmensurable de gente en un mismo lugar, a una misma hora y sin oposición (algo difícil de imaginar en el mundo en que vivimos). Lo que se podría
considerar como un grito unánime. El que fue y el que no, la que lo vivió en carne
propia y la que lo siguió por las redes sociales. Todos pidiendo lo mismo, basta de
femicidio. Pero este grito no es algo nuevo, no es algo que ocurre hoy, ese grito sale
de las gargantas de aquellas que pidieron auxilio cuando estaban siendo golpeadas, denigradas, violadas y asesinadas. Es un grito que como sociedad no estábamos
escuchando mientras sucedía al lado nuestro. La marcha #NiUnaMenos es la
encarnación de ese grito, la voz tomando cuerpo, forma y volumen. El grito
haciéndose ver.
La manifestación tenía un objetivo tangible, hacer llegar de una manera clara la
forma de combatir a la violencia de género. Los encargados de enviar el mensaje fueron: la dibujante Maitena y los actores Érica Rivas y Juan Minujín. Afirmar el
derecho a decir NO a los mandatos sociales de sumisión y obediencia, y multiplicar
las vías de asistencia a las víctimas que sufren de la violencia machista, fueron
parte del pedido. Los medios de comunicación fueron incluídos como destinatarios
del mensaje, sobre todo en el tratamiento noticioso de los casos de niñas y mujeres asesinadas o desaparecidas, que colabora con la naturalización del femicidio.
El reclamo también fue dirigido al estado y la justicia, a quiénes se le exigió la
implementación del Plan Nacional de Acción para la Prevención, Asistencia y
Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, que está en la ley 26.485, que se
garantice el acceso a la justicia apelando a la agilidad en el tratamiento de las causas, contar con un registro oficial único para lograr estadísticas reales sobre
femicidios, profundizar la Educación sexual en las escuelas acompañado de un
cambio cultural y por último la protección integral de la víctima para lograr que las
mujeres se sientan contenidas sobre todo en el momento de la denuncia.
Un pedido lógico, simple y coherente, tan coherente como los hombres, mujeres y niños (que no entendían muy bien porque debían pedir que no se le pegue a la
mujer) que asistieron, que apoyaron, se manifestaron y se hicieron sentir en un
clima distendido, amigable y ordenado. Sin conflictos y con una consigna que tenía
olor a reconciliación, que no tenía un enemigo declarado más que el de la violencia
en cualquiera de sus formas y con la firme intención de desterrar este flagelo.
Artistas, políticos, deportistas, gente común. Todos juntos con un propósito en
común. La consigna es muy clara, fácil de recordar y potente a la vez:
#NiUnaMenos. El hashtag es un adorno de este concepto que digitalmente reunió
una cantidad inconmensurable de gente en un mismo lugar, a una misma hora y sin
oposición (algo difícil de imaginar en el mundo en que vivimos). Lo que se podría considerar como un grito unánime. El que fue y el que no, la que lo vivió en carne
propia y la que lo siguió por las redes sociales. Todos pidiendo lo mismo, basta de
femicidio. Pero este grito no es algo nuevo, no es algo que ocurre hoy, ese grito sale
de las gargantas de aquellas que pidieron auxilio cuando estaban siendo golpeadas,
denigradas, violadas y asesinadas. Es un grito que como sociedad no estábamos escuchando mientras sucedía al lado nuestro. La marcha #NiUnaMenos es la
encarnación de ese grito, la voz tomando cuerpo, forma y volumen. El grito
haciéndose ver.
La manifestación tenía un objetivo tangible, hacer llegar de una manera clara la
forma de combatir a la violencia de género. Los encargados de enviar el mensaje ...
Regístrate para leer el documento completo.