Cronica

Una tarde en la plaza
Santiago Yepes Rodríguez

Aquella figura lánguida que caminaba perdido entre la multitud que llenaba la plaza, no se notaba. Más bien era otra más de las personas que seencontraban disfrutando de una tarde de sol, de las pocas que ya casi no se ven en esta ciudad, en donde el cielo es tan azul que parece mostrar la presencia de Dios y donde el calor vespertino anima elalma luego de tantos días seguidos de lluvias y tonos grises que amargan el alma. Así se sentía en ese momento disfrutando una tarde de asueto. Caminaba por los alrededores de la plaza, mirando lagente pasar, pero también pensando en lo que hasta el momento era su vida, y lleno de recuerdos de tantas batallas luchadas en su ámbito que con tan buenas intenciones había dado siempre pensando en loque pudiera hacer por ayudar, caminaba, miraba y disfrutaba de aquella tarde en una pacífica pero dolorosa soledad.

En algún momento, sin saber sus ojos se cruzaron con otros que de alguna manera leeran conocidos y tratando de hacer un esfuerzo trató de recordarlos y pensar en un nombre para ellos, como estaba acostumbrado a llamar a todos los que conociera a pesar de que fueran tantas personasen su vida. Los otros ojos también se detuvieron en los suyos, pero éstos pertenecían a una figura joven, muy bien vestida de contextura corpulenta, de buena talla y con un rostro amable que nosonreía, pero que mostraba felicidad y acompañaba la tez morena del rostro una incipiente barba que le daba un toque de madurez y que tapaba de alguna manera cicatrices que no eran físicas sino más bien delalma.

De repente, vino a él un recuerdo sobre aquellos ojos y de inmediato regresó en el tiempo en su mente y lo vio ahí, tirado en el medio del patio del colegio, envuelto en vómitos yescalofríos que le hacían temblar rítmicamente sin poder controlar su cuerpo ni su conciencia, porque su estado dejaba evidenciar el consumo indiscriminado de alguna sustancia que lo había llevado al...