Cronica

Crónicas Urbanas

** Emiliano debió pagar muy cara su confusión entre el amor a Cristo y el amor a Natalia. Su pequeño hijo, fruto de aquel pecado sufriría por siempre la etiqueta de “hijo de nadie” una vez que toda su familia decidió, una vez enterrado el cuerpo del sacerdote, jamás volver a mencionarlo.

Sencillamente creer o morir

Gabriel Rodríguez
sigarodriguez@gmail.com


“Tomad ycomed todos de el, porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por ustedes y por todos los hombres, para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía”. Estas fueron quizás las últimas palabras castas que escuchó Emiliano ese frío día de diciembre. La pequeña capilla del seminario se llenaba de neblina, y casi no se podían distinguirlas imágenes de San José, el Sagrado Corazón de Jesús y La Dolorosa que se encontraban en la nave central, sin embargo, una preocupación muy fuerte llenaba en cuerpo y alma al sacerdote, tanto, que ni el frío más intenso lo hacía reaccionar.
Luego de recibir la comunión de manos del Obispo, quien se encontraba en la institución para dirigir un retiro espiritual, Emiliano decidió acercarse aldespacho para conversar un poco con él.
-Padre, he pecado, fueron las primeras palabras que pronunció una vez besado el anillo de su excelencia. – La vida me arrastró y la tentación de la carne fue más fuerte que yo. Me siento indigno por un lado, pero lleno de vida y satisfacción por el otro. Ambos amores, el de mi señor y el de mi amada, me llenan tan plenamente que imposible se me hace poder decidirentre alguno de ellos.
La mirada del Obispo se encontraba perdida en el horizonte, mientras escuchaba con detenimiento las palabras llenas de dolor de aquel novel sacerdote de apenas 27 años, al cual, tuvo la oportunidad de aconsejar durante sus primeros años de seminario, además de prepararlo en las artes de la filosofía.
-No comprendo del todo la magnitud de tu confusión hijo mío, pero debesrecordar que también somos humanos y nos podemos equivocar. Aquellas palabras, parecieron vanas en aquel instante, pero algunas horas más tarde serían el impulso que necesitaba Emiliano para enfrentar una intensa situación.
Luego de mucho llorar, encerrado entre su celda, decidió que algo debía hacer. Acababa de recibir el oficio donde se le asignaba como párroco de la ciudad de Mérida, su ciudadnatal, y debía recoger sus pertenencias, pues en menos de 72 horas una comisión lo llevaría al que sería su nuevo hogar.
Natalia, una joven mujer de la ciudad, quien quedó impactada con la mirada cálida que los ojos ambar de Emiliano emanaba, no había dejado de amarlo desde el primer instante en que lo vio, unos dos años atrás, mientras se encontraban en un retiro espiritual que casualmente, eradirigido por él.
No fue de inmediato, pero la química, los pensamientos, el deseo y el amor, no tardaron en aflorar, naciendo de esa manera una relación furtiva pero seria, clandestina pero intensa, a escondidas pero de verdad.
La familia de Nathy, muy adinerada por cierto, ni siquiera sospechaban la situación en la que se encontraba inmersa su pequeña, quien en el presente cuenta con 24 años.Esa mañana, las cosas no estaban del todo normales. Hace algunos días Nathy discutió fuertemente con Emiliano por su situación, y es que aunque entiende y acepta su condición de sacerdote, le es inevitable sentir la necesidad de tenerlo para siempre a su lado, aunque existe una gran muralla que se lo impide, ella no puede competir con Dios.
Aunque no le había comentado nada a nadie, la jovensalió de su casa rumbo a una clínica cercana, donde recogería unos exámenes de sangre que se había practicado, pues últimamente no se sentía nada bien.
Cerca de las 2 de la tarde, una llamada telefónica desconcertó a Emiliano y se convirtió en el principio de un triste fin. Se citaron cerca de la plaza de la urbanización de Nathy, allí al lado del samán que siempre los acobijaba en las tardes en...