cronica
Evocación de una vida dura y áspera plasmada con lágrimas
Por Yiyo Ruíz
Entre los santuarios de Monserrate y Guadalupe, en Bogotá, se encuentra el Instituto Franklin Delano Roosevelt. Allí, el sacerdote y su monaguillo hicieron sonar la campana para anunciar la comunión. Ricardo, con escasos quince años, ésta vez no comulgaba, porque estaba programado para una muy complicada y arriesgadacirugía de la columna. Él sufría de una desviación al costado derecho en 87 grados. La operación consistía en fijar la corrección temporal lograda con anterioridad por ortopedistas, con ayuda de medios mecánicos. Ahora, le colocarían cuñas e injertos óseos sostenidos con alambres y una barra metálica de Harrington.,
El proceso duraría más de cinco horas y era la única manera de garantizarle unaexistencia digna. Semejante deformación ósea –similar a la del Jorobado de Notre Dame- se desarrolló desde su niñez hasta su adolescencia. El diagnóstico en el corto plazo sería devastador. Toda la caja torácica se desplazaría implacable, bajo la compresión de la columna, y sus últimos días estarían predestinados a la asfixia, las diálisis y los infartos.
Ricardo, un niño simpático, rubio y de ojosclaros fue el tercero de seis hijos. Jamás disfrutó con pelotas de trapo en parques polvorientos, ni fue ponchado en el juego de la lleva. Tampoco corrió con un aro, ni saltó la cuerda o mantuvo el equilibrio en la golosa. Los únicos juguetes posibles de su infancia fueron sus grandes ojos verdes. No podía mover nada más. Las secuelas de la poliomielitis se adueñaron de su cuerpo a los once meses denacido, y frustraron la posibilidad de caminar, cuando él apenas comenzaba a tenerse de las paredes para dar sus primeros pasos.
Sus padres hicieron lo inimaginable por ver caminar al niño. Desde aplicarle dieciocho palizas con ortiga en carne viva a cuerpo desnudo, hasta subir en procesión a partir de la estación del teleférico, y culminar en el Santuario del Señor caído del cerro de Monserrate,de rodillas, con él a cuestas. Es posible que por esta razón no tuvo silla de ruedas sino a partir de los trece años.
Para finales de 1978 la ciencia médica corregía dicha malformación, denominada escoliosis, mediante procedimientos agresivos que pocos pacientes toleraban por la magnitud de dolor, las incomodidades y los sacrificios que implicaba el tratamiento. Ricardo ingresó por primera veza cirugía, para instalar en su cabeza y rodillas las estructuras metálicas que le jalarían su cuerpo. Cuando él ingresó, la lámpara gigante con ocho bombillos de la sala de cirugía lo encegueció, al trasladarse a la camilla de operación. El lugar, aséptico hasta la más recóndita esquina, tenía baldosas pequeñas de color verde y un olor repugnante a anestesia. El entorno armonizaba con lasfiguras adustas de dos cirujanos y la instrumentadora ubicados a la derecha de la mesa donde lo operarían.
En la cabecera el anestesiólogo tenía preparada las dosis intravenosas y el oxígeno para iniciar la sedación. Dicha cantidad había sido cuidadosamente determinada con base al peso del paciente, su edad y el tiempo estimado de duración de la cirugía. A pesar de su inocencia le llamó mucho laatención que no había instrumentos quirúrgicos como se veían en televisión, y por el contrario, solo estaban dispuestos dos varillas de metal brillantes, un taladro y un destornillador largo.
Cuando los galenos principales dieron la orden de iniciar, el joven de la espalda curva, comenzó a sentir un intenso calor en la sangre, como si hubiera alcanzado su máximo grado de ebullición. Entonces para él suentorno comenzó a girar a velocidades exorbitantes con una fuerza centrífuga que sentía lo expulsaba hacia lo desconocido.
De repente, la máscara de oxígeno que se acercaba, le pareció un lobo feroz que se lo tragaba entre sus fauces, y en un intento absurdo por conservar la conciencia se negó a respirar, hasta que el acto reflejo de los pulmones lo obligó a inhalar y todo fue oscuridad.
Al...
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