Cuando el 24 de marzo fue un dia de luto
Felipe Pigna. HISTORIADOR
Hasta 1976, el 24 de marzo remitía en las efemérides a dos hechos auspiciosos y democráticos: el 24 de marzo de 1816, se inauguraban las sesiones del Congreso de Tucumán que proclamaría nuestra independencia y tres años antes, un 24 de marzo, la Asamblea del año XIII terminaba para siempre con la Inquisición en todo elterritorio del ex virreinato del Río de la Plata.
Seguramente ni los congresales del XIII ni los del XVI estaban en condiciones de sospechar que la Inquisición volvería corregida, actualizada y aumentada un 24 de marzo de 1976.
Los uniformados y sus socios civiles venían a imponer un nuevo modelo de sociedad, a terminar con toda tentativa de desarrollo nacional independiente y a disciplinar a unasociedad con una larga tradición de lucha y conciencia gremial. Así lo expresó claramente el general Videla en la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas, el 8 de julio de 1976: "La lucha se dará en todos los campos, además del estrictamente militar. No se permitirá la acción disolvente y antinacional en la cultura, en los medios de comunicación, en la economía, en la política o en elgremialismo".
El apoyo al golpe por parte de los factores de poder fue decisivo. Dentro de este esquema de acuerdo represivo entre poder económico y poder militar se consideraría subversivo a todo aquel que postulase ideas contrarias al "ser nacional", que comprendía valores como la aceptación acrítica de toda jerarquía sin lugar a la discusión. La sociedad argentina venía de un proceso de cambio quese había acelerado a partir de hechos clave como el Cordobazo y la recepción de la renovada producción ideológica e intelectual posterior al Mayo francés del 68. Una clase media ilustrada e inquieta seguía con atención los procesos mundiales y comenzaba a adoptar el psicoanálisis y sus categorías de análisis.
Como señala el historiador David Rock, "los grupos de poder, la Iglesia y losmilitares comenzaron a preocuparse cuando notaron, entre otras cosas, que el cura confesor estaba siendo reemplazado por el psicoanalista".
El responsable de la represión en Córdoba, general Luciano Benjamín Menéndez, decía por aquellos años en un discurso dirigido a directivos de establecimientos escolares: "Para los educadores, inculcar el respeto de las normas establecidas; inculcar una fe profundaen la grandeza del destino del país; consagrarse por entero a la causa de la Patria, actuando espontáneamente en coordinación con las Fuerzas Armadas, aceptando sus sugerencias y cooperando con ellas para desenmascarar y señalar a las personas culpables de subversión, o que desarrollan su propaganda bajo el disfraz de profesor o de alumno. Para los alumnos, comprender que deben estudiar yobedecer, para madurar moral e intelectualmente; creer y tener absoluta confianza en las Fuerzas Armadas, triunfadoras invencibles de todos los enemigos pasados y presentes de la patria".
La imposición de una cultura vigilante de "los valores occidentales y cristianos" se planteó como una especie de cruzada en la que la jerarquía de la Iglesia católica cumplió un rol fundamental, tal como se advierteen estas declaraciones del representante del Vaticano en Argentina, monseñor Pío Laghi: "El país tiene una ideología tradicional, y cuando alguien pretende imponer otro ideario diferente y extraño, la Nación reacciona como un organismo con anticuerpos frente a los gérmenes, generándose así la violencia. Pero nunca la violencia es justa y tampoco la justicia tiene que ser violenta; sin embargo, enciertas situaciones la autodefensa exige tomar determinadas actitudes; en este caso habrá que respetar el derecho hasta donde se puede" (3).
Desde el otro lado de la historia, un sacerdote que fue secuestrado por un grupo de tareas contó su terrible experiencia a la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas: "Volvió el otro hombre, que me había tratado respetuosamente en el...
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