Cuando llega el gran edificio
Al otro día, sale muy temprano y recoge las cartas del buzón. De regreso en la habitación que les sirve de cocina y comedor, se sienta sin hacer ruido en la pequeña mesa circular, «pero que alcanza sobrado para todos nosotros», y se sirvecafé de un termo. Está temblando de frío, pero la esperanza de que hoy, finalmente, nieve, lo hace sonreír. «Bueno, tanta cosa», piensa, y empieza a examinar los sobres. Por los colores, reconoce las cuentas y las pone a un lado. Abre el de aspecto más inofensivo.
Es un aviso del Departamento de Transporte Metropolitano, y le comunica que su Licencia de Conducir ha vencido. «Ni pensar ensalir a trabajar hoy», el Gobierno es muy estricto con los trabajadores ilegales, y podrían deportarlos. Mejor, ir a tramitar una nueva licencia, aunque «me traten como si fuera un limosnero, me hagan formar interminables colas, y me demore todo el día», piensa, recordando el Ministerio de la Inmigración, el Ministerio de la Educación. Por su familia, que duerme tranquila en la otra habitación,soporta continuas humillaciones de este tipo, «sólo por ser inmigrante».
El metro lo deja a pocas calles del Departamento de Transporte Metropolitano. «Vale la pena», piensa, mientras guarda su carta de metro, que le permite viajar todo un mes a tarifa reducida. Cosas así lo animan a soportar este país, donde sus hijos y su esposa tendrán una vida mucho mejor que en su lejana Patria. En medio delfrío, camina despacio, tratando de demorar lo más posible el corto camino hasta el Edificio. «Todavía es demasiado temprano», piensa, pero cuando llega, encuentra abierta la Puerta principal.
A pesar de llevar varios meses en este país, su francés no es muy bueno, «pero no al punto de no poder hacerme entender». Sin embargo, el Oficial que está en la Puerta no lo entiende. «Debo practicar másconversación», piensa, mientras saca su licencia vencida. Señala en ella la fecha, varias veces, y encoge los hombros, haciendo un gesto de interrogación. Ahora sí, el Oficial sonríe, entiende, «menos mal». En un papelito, le apunta una Cifra: 4A. Luego, lo acompaña unos pasos dentro del Edificio, hasta la entrada de la monumental sala de recepción, rociada por una luz fría que le da el aspecto de «unacatedral de hielo», y le señala un Pasadizo en el otro extremo, pobremente iluminado. «Parece la boca de una mina.» No hay nadie más en el amplio espacio, rodeado de Escaleras y Pasadizos. «Es una suerte haber llegado temprano», piensa, intimidado por el eco insustancial de sus propios pasos, y se interna resueltamente en las tinieblas.
Ya habituados sus ojos a la semioscuridad, caminarápidamente, pisando a cada instante papeles sueltos, pateando otros arrugados. Se extraña del descuido, en este país donde todo es tan limpio que las calles de los nativos siempre parecen nuevas, a diferencia de los barrios de inmigrantes. «Sobre todo en un edificio del Gobierno.» Pasado un tiempo, también se extraña de no encontrar puertas laterales en el Pasadizo interminable. De pronto, la...
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