Cuando Me Muera Quiero Que Me Toquen Cumbia

Páginas: 28 (6954 palabras) Publicado: 30 de diciembre de 2012
Cristian Alarcón
Cuando me mueraquiero que me toquen cumbia
Vidas de pibes chorros
Investigación periodísticade Silvina Seijas
Índice
Prólogo 15Capítulo 1 21Capítulo II 45Capítulo III 71Capítulo IV 83CapítuloV 99Capítulo VI 129Capítulo VII 149Capítulo VIII 175Capítulo IX 195Epilogo 215Agradecimientos 219
“(...) El traidor vive entre dos lealtades; vive en el doble sentido, en el disfraz.Debe fingir, permanecer en la tierra baldía de la perfidia, sostenido por los sueños imposibles de un futuro donde susvilezas serán, por fin, recompensadas. Pero ¿de qué modo serán recompensadas en el futuro las vilezas del traidor?”RICARDO PIGLIA,
Respiración Artificial
“Llamo violencia a una audacia en estado de reposo enamorada de los peligros. Se la distingue en una mirada,en una forma decaminar, en una sonrisa, y es en ustedes en quienes produce oleajes. Los desconcierta.Esta violencia es una calma que los agita.” JEAN GENET,
Diario del ladrón
“Lo que caracteriza el concepto de aventura y lo distingue de todos los fragmentos de la vida
(...)
es el hecho de que algoaislado y accidental pueda responder a una necesidad y abrigar un sentido.”GEORGE SIMMEL,
Sobre la aventuraPrólogo
Cuando llegué a la villa sólo sabía que en ese punto del conurbano norte, a unas quince cuadras de laestación de San Fernando, tras un crimen, nacía un nuevo ídolo pagano. Víctor Manuel “El Frente” Vital,diecisiete años, un ladrón acribillado por un cabo de la Bonaerense cuando gritaba refugiado bajo la mesa deun rancho que no tiraran, que se entregaba, se convirtió entre los sobrevivientesde su generación en un particular tipo de santo: lo consideraban tan poderoso como para torcer el destino de las balas y salvar a los pibes chorros de la metralla. Entre los trece y los diecisiete años el Frente robaba al tiempo que ganaba fama por su precocidad, por la generosidad con los botines conseguidos a punta de revólveres calibre 32, por preservar los viejos códigos de la delincuenciasepultados por la traición, y por ir siempre al frente. La vidade Víctor Vital, su muerte, y las de los sobrevivientes de las villas de esa porción del tercer cordónsuburbano —la San Francisco, la 25 de mayo y La Esperanza—, son una incursión a un territorio alcomienzo hostil, desconfiado como una criatura golpeada a laque se le acerca un desconocido. La invocación de su nombre fue casi el únicopasaporte para acceder a losestrechos caminos, a los pequeños territorios internos, a los secretos y las verdades veladas, a la intensidadque se agita y bulle con ritmo de cumbia en esa zona que de lejos parece un barrio y de cerca es puro pasillo.Quizás hubiera sido mejor revelar la identidad de un asesino, la mecánica de un fusilamiento, un mensaje dela mafia, la red de poder de un policía corrupto,un crimen pasional cometido con una faca bien afilada.Detrás de cada uno de los personajes se podría ejercer la denuncia, seguir el rastro de la verdad jurídica, loque los abogados llaman “autor del delito” y el periodismo «pruebas de los hechos». Pero me vi un díaintentando torpemente respetar el ritmo bascular de los chicos ladrones de San Fernando, sentado durantehoras en la misma esquinaviendo cómo jugaban al fútbol y sancionaban a las patadas al mal zaguero central.Me vi sumergido en otro tipo de lenguaje y de tiempo, en otra manera de sobrevivir y de vivir hasta la propiamuerte. Conocí la villa hasta llegar a sufrirla.Con el tiempo y el progreso del asfalto y la urbanización impuesta por el municipio, la villa San Francisco, ya sus costados norte la 25, y sur La Esperanza, sefueron convirtiendo en un barrio. Sobre el natural caos dela edificación no planificada se trazaron algunas calles y algunos ranchos desaparecieron bajo las topadoras para dar lugar al cemento y al orden. Pero la traza colonial sólo logra dar la impresión de un barrio con esasfachadas en las que a pesar de la pobreza se ha puesto esmero. Es una delantera amable de
la villa: entrecasa y casa, entre...
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