cuando se fundo el socialismo
Lope Félix de vega Carpio
ELPers
personas que hablan en ella
SANCHO
DON TELLO
CELIO
JULIO
NUÑO
ELVIRA
FELICIANA
JUANA
LEONOR
EL REY DE LEÓN
EL CONDE DON PEDRO
[DON] ENRIQUE
BRITO
FILENO
PELAYO
Criados
[Escena I]
Sale SANCHO.
SANCHO
Nobles campos de Galicia,
que, a sombras destas montañas
que el Sil entre verdes cañas
[besar] lafalda codicia,
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dais sustento a la milicia
de flores de mil colores;
aves que cantáis amores,
fieras que andáis sin gobierno,
¿habéis visto amor más tierno
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en aves, fieras y flores?
Mas como no podéis ver
otra cosa, en cuanto mira
el sol, más bella que Elvira,
ni otra cosa puede haber;
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porque, habiendo de nacer
de su hermosura, en rigor,
mi amor, que de su favor
tan altagloria procura,
no habiendo más hermosura,
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no puede haber más amor.
¡Ojalá, dulce señora,
que tu hermosura pudiera
crecer, porque en mí creciera
el amor que tengo agora!
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Pero, hermosa labradora,
si en ti no puede crecer
la hermosura, ni el querer
en mí, cuanto eres hermosa
te quiero, porque no hay cosa
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que más pueda encarecer.
Ayer las blancas arenas
deste arroyuelovolviste
perlas, cuando en él pusiste
tus pies, tus dos azucenas;
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y porque verlos apenas
pude, porque nunca para,
le dije al sol de tu cara,
con que tanta luz le das,
que mirase el agua más,
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porque se viese más clara.
Lavaste, Elvira, unos paños,
que nunca blancos volvías;
que las manos que ponías
causaban estos engaños.
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Yo, detrás destos castaños,
te miraba con temor,
yvi que amor, por favor,
te daba a lavar su venda:
el cielo el mundo defienda,
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que anda sin venda el amor.
¡Ay Dios!, ¿cuándo será el día
-que me tengo de morir-
que te pueda yo decir?:
«¡Elvira, toda eres mía!»
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¡Qué regalos te daría!
Porque yo no soy tan necio
que no te tuviese en precio,
siempre con más afición;
que en tan rica posesión
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no puede caber desprecio.[Escena II]
Sale ELVIRA.
ELVIRA
Por aquí Sancho bajaba,
o me ha burlado el deseo.
A la fe que allí le veo;
que el alma me le mostraba.
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El arroyuelo miraba
adonde ayer me miró;
¿si piensa que allí quedó
alguna sombra de mí?;
que me enojé cuando vi
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que entre las aguas me vio.
¿Qué buscas por los cristales
destos libres arroyuelos,
Sancho, que guarden los cielos,
cada vez que alcampo sales?
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¿Has hallado unos corales
que en esta margen perdí?
SANCHO
Hallarme quisiera a mí,
que me perdí desde ayer;
pero ya me vengo a ver,
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pues me vengo a hallar en ti.
ELVIRA
Pienso que [a] ayudarme vienes
a ver si los puedo hallar.
SANCHO
¡Bueno es venir a buscar
lo que en las mejillas tienes!
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¿Son achaques o desdenes?
¡Albricias, ya los hallé!
ELVIRA¿Dónde?
SANCHO
En tu boca, a la he,
y con estremos de plata.
ELVIRA
Desvíate.
SANCHO
¡Siempre ingrata
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a la lealtad de mi fe!
ELVIRA
Sancho, estás muy atrevido.
Dime tú: ¿qué más hicieras
si por ventura estuvieras
en vísperas de marido?
SANCHO
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Eso, ¿cúya culpa ha sido?
ELVIRA
Tuya, a la fe.
SANCHO
¿Mía? No,
ya te lo dije, y te habló
el alma, y no respondiste.
ELVIRA
¿Quémás respuesta quisiste,
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que no responderte yo?
SANCHO
Los dos culpados estamos.
ELVIRA
Sancho, pues tan cuerdo eres,
advierte que las mujeres
hablamos cuando callamos,
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concedemos si negamos;
por esto, y por lo que ves,
nunca crédito nos des,
ni crüeles ni amorosas,
porque todas nuestras cosas
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se han de entender al revés.
SANCHO
Según eso, das licencia
que a Nuño tepida aquí.
¿Callas? Luego dices sí.
Basta; ya entiendo la ciencia.
ELVIRA
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Sí; pero ten advertencia
que no digas que yo quiero.
SANCHO
Él viene.
ELVIRA
El suceso espero
detrás de aquel olmo.
SANCHO
¡Ay, Dios,
si nos juntase a los dos,
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porque si no, yo me muero!
[Escena III]
Escóndese ELVIRA y salen NUÑO y PELAYO.
NUÑO
Tú sirves de tal manera,
que será mejor...
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