Cuando Te Encuentre Nicholas Sparks

Páginas: 440 (109900 palabras) Publicado: 17 de agosto de 2015
Annotation
Durante su tercera misión en Irak, el soldado
estadounidense Logan Thibault encuentra la fotografía de
una joven sonriente medio enterrada en la arena del
desierto. En la base, nadie la reclama y él acaba
guardándola. De vuelta a EEUU, Logan buscará a la mujer
retratada pero desde luego no se espera a la persona fuerte
pero vulnerable con la que se topa en Hampton, Carolina
delNorte.

CUANDO TE ENCUENTRE
NICHOLAS SPARKS
Título Original: The Lucky One
Traductor: Iolanda Rabascall
©2008, Sparks, Nicholas
©2011, Roca
ISBN: 9788499182773
Generado con: QualityEPUB v0.33 + Notepad++

1
Clayton y Thibault
EL ayudante del sheriff Keith Clayton no los había
oído llegar, y ahora que los tenía más cerca le seguían
haciendo tan poca gracia como el primer momento en que
los vio. Enparte se debía al perro. No le gustaban los
pastores alemanes, y aquel, a pesar de su apariencia
tranquila, le recordaba a Panther, el perro policía que
patrullaba con el oficial Kenny Moore y que nunca perdía
la ocasión de morder a los sospechosos en el escroto a la
mínima orden. Generalmente tenía a Moore por un pobre
idiota; no obstante, era lo más parecido a lo que podía
considerar un amigo en eldepartamento. Además, su forma
de relatar aquellas anécdotas sobre Panther mordiendo
escrotos siempre conseguía arrancarle unas sonoras
carcajadas. Y, sin lugar a dudas, Moore habría sabido
apreciar aquel espectáculo de desnudez que Clayton
acababa de truncar, tras llevar un rato espiando a un par de
universitarias que tomaban el sol junto al arroyo en todo su
esplendor matutino. No hacía ni diezminutos que estaba
allí y solo había tomado un par de instantáneas con la

cámara digital cuando una tercera muchacha emergió de
repente entre unas enormes hortensias. Tras ocultar la
cámara atropelladamente entre los matorrales situados a su
espalda, Clayton rodeó un árbol y se plantó delante de la
universitaria.
—¡Vaya, vaya! Pero ¿qué tenemos aquí? silabeó lenta
y pesadamente, con intención deponerla nerviosa.
No le gustaba que lo hubieran pillado con las manos
en la masa, ni tampoco se sentía plenamente satisfecho con
su primera intervención tan desabrida. Por lo general
exhibía más elocuencia. Mucha más. Afortunadamente, la
muchacha estaba demasiado avergonzada como para darse
cuenta de nada, y casi tropezó mientras retrocedía.
Tartamudeó algo a modo de excusa mientras intentabacubrir su desnudez con ambas manos. Clayton pensó que
era como presenciar a alguien practicando una partida de
Twister en solitario.
Él no hizo ningún esfuerzo por desviar la mirada. En
vez de eso sonrió, fingiendo no ver su cuerpo, como si
estuviera acostumbrado a toparse con mujeres desnudas
por el bosque. Estaba seguro de que ella no se había
percatado de la cámara.
—Bien, ahora cálmate y cuéntamequé es lo que pasa
aquí —le ordenó, muy serio.
Clayton sabía perfectamente lo que pasaba. Sucedía
varias veces todos los veranos, pero especialmente en

agosto: las universitarias de Chapel Hill o de la Universidad
de Carolina del Norte que iban a la playa con ganas de pasar
un largo, y posiblemente último, fin de semana en Emerald
Isle antes de que empezaran de nuevo las clases en otoño
solíandesviarse por una vieja carretera forestal llena de
curvas y baches que se adentraba en el parque nacional
durante más de un kilómetro y medio antes de llegar al
punto donde el arroyo Swan Creek viraba bruscamente y
confluía con el South River. Allí había una playa de
guijarros que se había puesto de moda entre las
universitarias aficionadas a bañarse desnudas. Clayton no
tenía ni idea de por quéhabía sucedido tal cosa, y a menudo
se pasaba por allí a fisgonear, por si tenía suerte. Dos
semanas antes había pillado a seis chavalas que estaban la
mar de buenas; hoy, en cambio, solo había tres, y las dos
que estaban tumbadas en las toallas se disponían a cubrirse
con sus camisas. A pesar de que una de ellas era un poco
rolliza, las otras dos —incluyendo la morena que
permanecía de pie...
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