Cucu
Cada tarde al sonar el cucú, entusiasmada se dirigía al balcón de su casa y se sentándose junto a las macetas cargadas de azucenas - su única compañía en aquel mirador del tercerpiso- deslizaba suavemente sus dedos por las delicadas hojas blancas al tiempo que comenzaba a contarles historias cortas de su larga vida.
Un día, les platicó que ganó un premio en la feria porlazar una vaquilla, otro, de la ocasión en la que conoció al capitán; la anécdota de la lancha que se volteó en el río se las contó varias veces. Mientras la mujer de cabello grisáceo hablaba de suvida con tono de emoción, veía como las flores impulsadas por una suave brisa, se movían como asintiendo todo cuanto ella decía.
Durante años, las azucenas escucharon pacientes los relatos que cadadía a la puesta del sol, les eran narrados. Ella no podía menos que amarlas. Su única ilusión desde hacía años, era esperar el sonido del reloj para acudir a su encuentro.
Un día que parecía ser comocualquier otro, un fuerte viento sopló mientras la anciana dormía su sienta, ese ventarrón trozó el delicado pedúnculo de una de las flores, la cual se dobló herida deteniéndose sobre los balustresdel balcón.
Al llegar las seis, la mujer y todos sus ochenta y cinco años salieron a sentarse y conversar. Dio inicio la historia, ésta era del día en que olvidó cerrar la jaula de los gorrionesdespués de darles de comer; en eso estaba cuando el paso de una intensa brisa separó definitivamente a la azucena del resto de su cuerpo. Angustiada, la mujer se levanto de su silla para contemplarcon pena a la flor desfallecida que había caído del balcón.
Al instante recordó el día en que el capitán murió. Tengo miedo –le dijo él-, promete que no me dejarás solo, que irás tras de mí encuento me haya ido. Ella cruzó los dedos por detrás de la espalda y dijo vacilante: lo haré. Le dio un beso en los labios y se alejó dejando a su suerte al hombre a quien un día había pensando amar...
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