cueca
Cuando vivía con mi padre, lo que ocurría fuera del reino no se solía comentar y lo que se decía no ayudaba a querer entenderte.
Eras una raza débil que habíasucumbido a la oscuridad y por tanto no se podía confiar en ustedes. Y así me pareciste cuando nos vimos por primera vez. Tu tan joven y orgulloso de lo que eras, audaz pero de repente tímido. Solotu habías sido capaz de llamarme Timuviel, sé que mi pueblo lo pensaba por nuestro parecido pero nadie se había atrevido a decírmelo.
Y ahí llegaste tú y yo solo pude mirarte con condescendencia, puesasí me habían enseñado a pensar de los hombres, como niños malcriados.
Admito que verte enamorado de mí, me resulto divertido, pero no le di importancia.
Me avergüenza decir que ni siquiera volví aacordarme de ti.
Hasta que nos encontramos en la tierra de mi madre.
Al verte pasear entre los Mallorn, en todo tu esplendor y vestido como un príncipe Elfo mi corazón dio un vuelco.
Entre losárboles y las flores de caras Galadhon me enamore de ti.
Y así fue como en la noche de pleno verano, en la colina de Cerin Amoroth, entre las Eloner y las Niphrendil renunciamos a la sombra y yo ademásrenuncie al crepúsculo, la tierra de mi gente, para unirme a ti.
Pasaron los años, que cada vez se hicieron más oscuros, pocas veces nos vimos, hasta el solsticio de verano, tras la caída del señoroscuro en que nos desposamos en la cuidad de los reyes.
Desde entonces han pasado ciento veinte años. Ciento veinte años de felicidad que hoy tocan a su fin.
Porque hoy amado mío, me has dejado. Y hasido hoy cuando de verdad he entendido lo que significo renunciar al destino de mi pueblo.
No he podido evitar suplicarte, porque me duele la idea de perderte, pero como siempre, has sido sabio y...
Regístrate para leer el documento completo.