Cuento 1

Ya no le molestaba su nombre. La verdad es que nunca le molestó ya que era común en su familia. Su padre y su abuelo lo tenían. A sus nueve años, Eneas se sentía dueño del mundo. Su padre, conocidojugador de fútbol de los años 50, no ganó grandes sumas de dinero ya que según siempre decía “se jugaba solo por la camiseta” siendo el sueldo, algo secundario. Tuvo la suerte que después de variosaños, un dirigente lo reconociera y le ofreciera trabajo en el club como administrador de las canchas de entrenamiento de la institución, dándole además casa en el recinto. Desde ese momento, Eneas pasóde ser un estudiante del montón a superhéroe del colegio. ¿Quién mas que el podría llevar autógrafos de jugadores? Si hasta el director ahora lo saludaba y le palmoteaba la espalda. Cierta vezapareció en uno de los entrenamientos del primer equipo preguntando por el. Los profesores le llamaban por su nombre, todos los alumnos del colegio lo conocían y lo adoraban, es decir su vida dio un vuelcodesde el momento que su familia se cambió a su nueva casa.
Su madre era su veneración. Dulce, comprensiva, cariñosa, muy esforzada. Como no serlo si durante largos años ella fue elsustento de la casa. La larga cesantía de don Eneas después que se retiró del fútbol obligó a doña Ofelia a salir a trabajar para poder subsistir. Fueron años duros, aunque con su corta edad, Eneas no supomucho de ello, solo tenía referencia por las pocas discusiones de sus padres, debido a que en esos momentos salían a flote amarguras del pasado.
Su hermano mayor estudiaba lejos y no teníagrandes recuerdos de el, pero sentía una extraña nostalgia cuando visitaba de cuando en cuando la casa paterna. Siempre lo sentaba en las rodillas y le hablaba de matemáticas y materias que jamásentendió. La conversación eterna entre su padre y su hermano era el promisorio futuro de Eneas hijo. Su padre lo veía jugando fútbol en España y su hermano estudiando ciencias en la Universidad. Eneas...