CUENTO DE NAVIDAD Roberto Fontanarrosa
Roberto Fontanarrosa
Te conté la del Gordo Luis cuando hizo de Papá Noel? Es mundial la del Gordo Luis
cuando hizo de Papá Noel.
Casi se convierte en otra víctima del imperialismo salvaje el pobre Gordo. Del
colonialismo, por decirlo de otra manera. Porque, decime vos, qué carajo tiene que ver con nosotros y con nuestras costumbres el Papá Noel. ¿Quién le dio chapa al Papá Noel? Un
tipo vestido para la nieve, abrigado como para ir a la Antártida, en un trineo tirado por renos.
¡Renos, mi querido! ¿Cuándo mierda hemos visto un reno nosotros? ¿Alguna vez te fuiste a
Buenos Aires en auto y viste al costado del camino un reno morfando pasto debajo de un
árbol?
Pero el pobre Gordo casi la palma con esa historia... ¿No te conté la del Gordo Luis? Porque se la cuento a todos. Fue hace como quince años. El Gordo estaba en la lona total.
Pero en la lona lona, no tenía un mango partido por la mitad, lo habían despedido de la
proveeduría donde laburaba y lo ponías cabeza abajo y no le caía una moneda. Para colmo,
se venían las fiestas y algo había que comprar para poner arriba de la mesa el 24 a la
noche.
El Gordo tiene dos pibes que eran muy chiquitos en ese entonces y a esa edad a los
pendejos no les vas a andar explicando el fato del FMI, la tecnología que reemplaza a los
trabajadores y todas esas pelotudeces.
La cuestión es que empezó a buscar laburo, alguna changa, cualquier cosa, trabajar de lo
que fuera. Primero empezó por su barrio, con los amigos y conocidos, ahí por Mendoza al fondo. Ya después entró a andar por cualquier lado para conseguir algo.
Y resulta que en el barrio Echesortu, una vieja que tenía una casa bastante grande
de electrodomésticos le ofrece disfrazarse de Papá Noel y repartir caramelos a los chicos
en la puerta para promocionar su negocio. Lo de siempre. Le tiraba unos mangos, por
supuesto, que al Gordo le venían bastante bien. Y ahí fue el Luis, che.
Ahora, imaginate la escena, porque estamos hablando de Rosario, Capital de los
Cereales, ubicada a orillas del anchuroso río Paraná.
El Gordo Luis, tenés que pensar en un tipo arriba de los cien kilos, fácil fácil debe andar por
los 120, porque es alto, grandote, Luis.
Y te digo que resultaba perfecto para Papá Noel porque el Luis es más bueno que Lassie,
nunca lo he visto enojado al Gordo, es un pan de Dios.
Pero tenés que tener en cuenta una cosa ineludible. Rosario... pleno verano... mediodía,
un sol de la puta madre que lo reparió, algo así como 83 grados a la sombra, y ese gordo
metido adentro de un traje de Papá Noel con una tela tipo felpa así de gruesa, así de gruesa
no te miento, gorro, barba de algodón, bigotes, botas y guantes.
¡Gu
antes! Porque la vieja era una vieja hinchapelotas, conservadora, que quería que el Gordo se pareciera exactamente a Papá Noel y que se vistiera todo como correspondía, el
pobre Gordo.
¿Viste que hay veces en que tipos hacen de Papá Noel pero sin guantes y hasta a veces
sin barba, o pendejas jovencitas vestidas de colorado pero con polleritas cortonas, tipo
minifaldas, y las gambas al aire así están más frescas? Pero claro, el Gordo Luis era perfecto para hacer de Papá Noel y por eso se le ocurrió eso a
esa vieja hija de puta. Porque lo vio al Gordo gordo y con esos cachetitos medio
coloradones que tiene el tipo, el personaje, Santa Claus.
Hasta la voz media ronca tiene Luis... ¿viste que Papá Noel se ríe siempre con esa
risa ronca? Jo, jo. Hasta eso tiene Luis, la voz ronca. Jo, jo, jo... Pero vuelvo al tema. Doce del mediodía, pleno diciembre, un sol que rajaba la
tierra, un calor infernal, los pajaritos que se caían muertos al piso por la canícula, se venían
en baranda y se desnucaban contra la vereda... y el Gordo ahí, che, con el traje de lana
gruesa, barba y bigote, sacudiendo una campana de papel maché o algo así y dándoles
caramelos a los chicos que se juntaban para verlo.
...
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