Cuento de Simbolos patrios
-¿Qué?- contesto Francisco a su vez, Agustín le había sacado de sus pensamientos
-Francisquito como siempre en Babia…- dijo Fernando en tono burlón
-Déjalo en paz, el no tiene la culpa. Todavía está muy chico para andar por acá’- le defendió Juan
-Ahí si mira tú como yo era un señorón cuando entre al colegio…- dijo Vicente un pocomelancólico
-pero las circunstancias eran otras… - dijo sin dejar de mirar su plato, Barrera
-oigan, estaba pensando…- dijo Francisco- después de que todo esto acabe, ¿creen que me dejarían volver a casa?
-¿ESTAS DEMENTE?- pregunto Agustín casi boquiabierto
-este país, no acepta desertores, jamás nadie ha desertado y los que lo hacen los cazan y asesinan como a ratas – contestó Barrera, que erael que tenía más experiencia en la militar
-mejor dejemos este tema, y apurémonos a comer, ya solo tenemos…- Vicente miro su reloj, mismo que su padre le había obsequiado cuando entro a la militar, hacia un año de eso- ¡CINCO MINUTOS!
Al término de estas palabras, todos comenzaron a engullir rápidamente su comida. Al cabo de esta cada uno se fue retirando a sus respectivas habitaciones, era lanoche del 11 de Septiembre, corría el año de 1847, la invasión estadunidense era un secreto a voces, sin embargo el director de la academia seguía pretendiendo que nada sucedía…
La trompeta sonó a las 4:00 am, como de costumbre. Francisco se paro somnoliento, extrañaba a aquellos días en los que se paraba a las 6:00 am. Extrañaba su natal Guadalajara. Dejo a un lado la nostalgia se paro tendiósu cama, y se encamino a las duchas, de camino a allá se topo con Vicente, él era el más cercano a su edad, puesto que, Francisco contaba con escasos 13 años y Vicente con 14. Ambos se dirigían a las duchas, por lo tanto decidieron proseguir su camino hacia ellos con mutua compañía.
-¡Hey, Pancho!- saludo enérgicamente Vicente a Francisco
-hola Chente- le contesto cortésmente Francisco
-¿ya teenteraste de lo de esta tarde?- pregunto Vicente a su acompañante
-¿Qué? ¿Qué es lo que pasa?- contesto intrigado Francisco
-¿Recuerdas que estamos en una invasión?
-¿Quién lo olvidaría?
-bueno, bueno, El punto es que hoy por la tarde nos dirán donde tenemos que colocarnos al momento de la invasión
-Nada de esto nos estuviera pasando si nos hubiéramos retirado cuando el General Monterde nosdijo que nos fuéramos a casa
-¿Irnos a casa?... ¿y perderme mi primer combate real? ¡NI LOCO!- contesto con una sonrisa Vicente
Terminada esta última frase, ambos habían llegado a su a destino, Francisco se ducho lentamente y dejo que el agua tibia se llevara sus preocupaciones. Al término de esto se preparo para el entrenamiento, 100 lagartijas, 80 flexiones, 2 kilómetros de trote, entre otrosmuchos más ejercicios hicieron que Francisco se sintiera agotado al momento de la comida.
Al llegar al comedor se encontró con Juan, más tarde se les unieron Vicente y Fernando, Agustín ya se encontraba en la mesa habitual, y como siempre el teniente Barrera, en contra de las reglas se sentaba con aquellos cadetes.
-que rollo con eso de la supuesta invasión, ¿no?- pregunto Fernando un pocodistraído
-yo no creo que sea “supuesta”, de ser así, Monterde no hubiera mandado a casa a más de la mitad del colegio, además eso ya es un rumor a voces…- contesto Barrera, sin ni siquiera titubear
-y por si fuera poco, si esto fuera falso no habría reunión esta tarde para asignarnos los puestos de defensa- remarco Juan
-pues a mi si me está entrando el miedo, con eso de que dicen que son mas milhombres los invasores- contesto preocupado Francisco
-cálmate Pancho, seguro no te pasa nada, para esto nos entrenaron, aunque fueran unos cuantos días, como yo- dijo Juan sonriendo
-no sabes ni agarrar un mendigo fusil- dijo riendo Fernando
-el burro hablando de las orejas del conejo, según tengo entendido tu no aprobaste el examen de control de armas- dijo riendo a carcajadas Barrera
-¿! Y...
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