cuento el indio manuel sicuri
Manuel Sicuri cuidaba de un rebaño de ovejas y de nueve llamas; las ovejas llevaban prendidas en la lana, a medio lomo, cintas de color azul, lo que servía para identificarlas como de su propiedad. Esa medida sobraba, porque no era fácil que en aquella zona sus ovejasse mezclaran con otras ya que no había más en millas a la redonda; pero era la costumbre de los aimarás del altiplano y Manuel Sicuri seguía la costumbre. De seguir la costumbre en todo su rigor, sin embargo, quien debía cuidar de los animales era María Sisa, la mujer de Manuel, y además debía sembrar la papa y la quinua y la cañahua —los cereales de la Puna—, pues el hombre debía irse a trabajara La Paz o tal vez a las minas. Pero resultaba que no sucedía así porque Manuel era huérfano de padre y madre y tenía tres hermanitos —dos de ellos hembras— y él quería a esos niños con toda la fuerza de su alma. Además María estaba embarazada. Propiamente, María tenía siete meses de embarazo.
A medida que se extiende hacia el sudoeste, en dirección a las altas cumbres de la CordilleraOccidental, el altiplano va haciéndose menos fértil. Es una vasta extensión llana como una mesa. El aire transparente y frío es limpio y seco, sin gota de humedad. Cada vez más, son escasas las viviendas, y cada vez más va acentuándose en la tierra el cambio de color; pues hacia el Norte es gris y en ocasiones amarilla y verde, mientras que hacia el Sur va tornándose parduzca. El grandioso paisaje es deuna impresionante hermosura y de aplanadora soledad. Cuando comienzan las primeras estribaciones de la Cordillera hacia el sudoeste —que son sucedidas más tarde por otras eminencias peladas de nevadas cumbres, y después por otras y otras más— comienzan también las enormes arrugas en el lomo de la montaña, sin duda los canales por donde en épocas lejanas corrieron aguas despeñadas.
Pero eso es yacayendo hacia el lado de Chile; y Manuel Sicuri tenía su choza en tierras de Bolivia. El indio podía tender la vista en redondo y durante leguas y leguas no veía vivienda alguna. Su casa estaba hecha de tierra, y su propia madre había ayudado a levantarla. No había ventana para que no entrara el viento helado de la Cordillera, y sólo tenía una puerta que daba al Este. De noche se quemaba laboñiga de las llamas y hasta de las ovejas, que Manuel iba recogiendo sistemáticamente día tras día; y su fuego era la única luz y el único calor de la vivienda. No había habitación alguna, sino que todo el cuadrado encerrado en las paredes de la choza era usado en común. Los tres niños y el indio Manuel Sicuri y su mujer embarazada dormían juntos, sobre pieles de oveja, en el piso de tierra. En un...
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