Cuento: Escape
Desde que soy joven quiero estar en el Ejército.
Cuando tenía seis años mi hermano ingresó al colegio militar de la nación y desde entonces jamás volví a verlo tan seguido. Cada año, sólo lo veía dos veces. Desde que egresó y se casó, lo dejé de ver salvo una que otra vez cuando pasa un fin de semana con nosotros.
Yo digo que lo quiero, pero la verdad es que jamás lo conocí tanto.Siempre nos repite, a mi hermana y a mí, la misma frase: “A veces pienso que debería de darme de baja y pasar con ustedes el tiempo que no pude ser su hermano mayor” y veo su mirada sincera y llena de nostalgia. Nunca pude entender cómo se sentía. Mi hermana mayor me cuenta que él era bueno y que nos enseñaba muchas cosas. Yo lo recuerdo vagamente. Recuerdo que se dormía hablándome, o que hacía latarea conmigo y que nos exigía que no seamos vagos, o que primero cumpliéramos con nuestras responsabilidades, y que si bien mamá y papá están equivocados a veces, nosotros debemos hacer las cosas hasta que ellos solos reparen en su error. No recuerdo mucho más de él, sólo que cada vez que se va nos abraza con fuerzas y que se le escapan lágrimas, a pesar de que mira al frente y quiere aparentarque no pasa nada.
Cuando mi hermano viene, nos cuenta acerca de lo que significa el ejército para él y cada vez que habla, escucho pasión en sus palabras, oigo emoción en lo que dice… convicción en lo que hace. Supongo que es por eso que asciende. Según él, los más “antiguos” son los que tienen cargos más importantes y luego me explicó que son aquellos que estudian mucho los más antiguos. De ellos,sólo los más inteligentes regresan al colegio militar como oficiales instructores. Pero eso no es lo que él quiere, según me dijo no era lo suficientemente antiguo.
Desde que me cuenta esas historias, yo quiero ingresar al colegio. Rendí bien e ingresé y de a poco puedo entender cómo se sentía mi hermano. Me destinaron a la Compañía de primer año C, él fue quien me entregó el sable y luego elegíla gloriosa arma de Artillería. Ese día no lo olvidaría por nada en el mundo. Me dijeron los cadetes de la batería que mi oficial instructor era nuevo. Recé para que fuera él y acerté. Lo vi de pie, firme, gallardo, y muy “cuadrado”. No le importó nada, me trató como a otro. Era lo mínimo que esperaba de él. Todos se sorprendieron cuando se enteraron de nuestros lazos de sangre y de a poco fueronacostumbrándose a eso a tal punto que dejaron de preocuparse de que fuese “botón”, pero la desconfianza no se iba y siempre cuidaban sus comentarios acerca de él conmigo. Sin embargo y más allá de nuestra relación, lo veían como un modelo a seguir. Era un buen oficial y eso lo reconocían todos, y su ascendiente era constante.
Pasaron los meses y se fueron con ellos dos terrenos, dejando en mívarios conocimientos acerca del ayudante de pieza. Descubrí en los cañones un sentimiento que no podría encontrar en ningún otro lugar en el mundo; son una creación perfecta… su sonido al tronar indescriptible, la pólvora inundando mis pulmones y mi cuerpo estremeciéndose al vibrar la tierra. Adoro mi arma. Adoro el arma de artillería. Más que todo lo que un arma me puede dar, conocí mucha gente enla batería. Amistades nuevas, nuevo espíritu de cuerpo, nuevo sentido de pertenencia, y sobre todo eso, una nueva persona importante en mi vida. Por dios, me enamoré. Pero ella no era una cucaracha normal, era una criatura de pelo castaño esbelta y si la vieran de civil no me creerían que use rodete. En fin, conocí a una persona, pero quiero avanzar un poco más antes de declararme. Estamos en lamisma comisión en el aula, en la batería, en gimnasia, y vive cerca de mi casa en la civil. Es perfecto. Cada vez que puedo pasar tiempo con ella lo hago. ¿Cuándo habrá ocasión de…? No importa. Sigamos.
Paralelamente, en el ámbito de la fajina, fuimos con mi curso a llevar las sillas y mesas de los cadetes de primer año al patio interior para su fiesta el día viernes 23. Como era de esperar no...
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