Cuento espa ol

Los cisnes del mar.
Alejo era un muchacho de ocho años. Hijo
unico,sus padres lo habían educado muy bien y
lo cuidaban con esmero. Una mañana, Alejo se
fue caminando por la playa hasta la punta del
dique para mirar a tres magníficos cisnes que
permanecían en el agua . Alejo encontró un pan
duro en su bolsillo, lo saco, lo desmigajo y echo
las migas a los cisnes. Cuando las tres grandes
avesblancas avanzaron hacia el, se inclino para

acariciarlas, pero los cisnes se alejaron. Sobre
las olas que lamian suavemente las piedras
musgosas, flotaba un tablon.Muy rara vez había
visto un mar tan tranquilo y un cielo tan puro, y
pensó que no correría ningún peligro si se
acostaba sobre ese tablon,para aproximarse a
los cisnes. Una vez acomodado, metió las
manos en el agua y se puso a repetir losmovimientos que estos hacían con sus patas
palmeadas. Poco a poco, el tablón se fue
alejando de la orilla.

Sin dejarse tocar, las aves nadaban cerca del
niño, una adelante y las otras dos a la derecha y
a la izquierda. Era como un juego. El oleaje los
mecía suavemente, y el sol, que ya calentaba,
hacía espejear el agua en calma.
A Alejo le había preocupado tan poco el
camino recorrido, que acabopor alejarse de la
costa hasta perderla de vista. Cuando se dio
cuenta, quiso ponerse de pie en el tablón para
poder mirar a lo lejos, pero perdió el equilibrio
y cayo al agua. Apenas tuvo tiempo de pensar
en sus padres y en los maravillosos días que

había pasado con ellos, cuando se desvaneció.
Al volver en si, quedo sorprendido de verse en
un mullido lecho con un colchón de plumas
inmaculado.Miro a su alrededor la alcoba
tenia dos ventanas altas por las cuales entraba
una hermosa luz cálida y dorada.La tapicería
que recubría los muros representaba a miles
de pájaros, de flores y de insectos
desconocidos, de una belleza tal, que parecían
haber llegado directamente del paraíso.
Seguramente estoy muerto murmuro Alejo.

Permaneció en silencio un momento y, luego, con
voz un pocoangustiada, llamó
Hola, no hay nadie en casa.
Inmediatamente la puerta se abrió tres bellísimas
jóvenes, vestidas con trajes blancos como de
pluma de cisne, entraron. Una se coloco a los pies
de la cama y las otras dos a la derecha y a la
izquierda.
Ah les dijo el chico, ustedes me hacen pensar en
los tres cisnes que me acompañaron en le mar.
Observo que se parecían a las tres aves, por el

porte altivode sus cabezas, y por la manera de
mirar.
No trates de averiguar quienes somos dijo la que
estaba a los pies de la cama. Puedes estar seguro
de que no queremos hacerte ningún mal. Si
regresas a tu casa tras esta larga ausencia,
seguramente serás castigado con severidad.de
modo que puedes quedarte aquí, en donde te
cuidaremos y te daremos los juguetes que ningún
otro hijo de hombre ha podido tenerjamas.has
de saber, sin embargo,

que si te quedas mas de tres dias,ya no podrás
regresar a tierra.
Antes de que Alejo hubiera tenido tiempo de
pensar, las tres jóvenes cubrieron el lecho de
regalos extraordinarios. Había juguetes de toda
clase, frutas exoticas,flores,bombones y, sobre
todo, extraños autómatas que tocaban música y
bailan por si solos.
Alejo creyó que estaba en el reino de lashadas y,
maravillado con todos esos presentes, dijo sin
reflexionar.
No tengo ningún deseo de dejarlas.

las tres damas blancas sonrieron, lo besaron
con ternura y se pusieron a jugar con el.
Despues,lo llevaron a conocer la mansion,que
era un lindo castillo lleno de juguetes aun mas
sorprendentes que los que le habían
obsequiado en la alcoba.
Había tantas maravillasen ese lugar, que dave
no sintiópasar el tiempo. A medida que
crecia,las tres damas blancas le
proporcionaban otros juguetes, tan agradables
y tan instructivos a la vez,que,cuando llego a
la edad de veinte años,

era ya un joven hermoso y sabio.
Entonces vino de visita al castillo la hija de un
rey riquisimo,la cual se enamoro del joven y
pidió su mano a las damas blancas. Estas
respondieron a la hija del rey que Alejo era...